21.04.2015 /

La pobreza en Argentina: una cuestión más allá de números

Los licenciados Andrés Nieto y Celina Calore, repasan algunas mediciones sobre la pobreza en argentina desde la mirada del INDEC, el CESO, la UCA y la cámara de Diputados. Además, reflexionan sobre éste índice más allá de los números con una perspectiva histórica de 4 décadas.

por Política Argentina


La discusión sobre cuál es el número de pobres en Argentina ha vuelto a estar en el centro del debate. El hecho de buscar un número que se acerque a la realidad hace perder la perspectiva de un análisis más completo de la película que ha protagonizado la pobreza en Argentina en los últimos 40 años.

El no contar con los datos oficiales de INDEC ha generado la proliferación de otros Índices que intentan reflejar el valor de la pobreza en nuestro país. Repasemos a continuación algunas mediciones.

Pobreza según el INDEC
Según expone en un comunicado, el INDEC modificó a partir del mes de enero de 2014 la metodología de elaboración del índice de precios al consumidor (IPC), pasando de medir precios en el Gran Buenos Aires a hacerlo en la totalidad del país. Este cambio constituye un salto cualitativo en la federalización de los índices de la economía nacional. Por esa razón se discontinuó la publicación de la serie histórica de la medición de incidencia de pobreza e indigencia por ingresos por contar con severas carencias metodológicas, sumadas al hecho de la discontinuación del IPC-GBA y la imposibilidad de empalme con el nuevo IPCNu.

El último valor publicado fue en el segundo semestre de 2013 donde el indicador estimaba que el 4,7% de personas eran pobres y 1,4% eran indigentes.

El método empleado por el INDEC es el de la Líneas de Pobreza e Indigencia que consiste en comparar los ingreso totales declarados por los miembros del hogar con los ingresos estimados requeridos para la satisfacción de las necesidades de las personas. Esto implica que no se identifican necesidades no satisfechas sino que se asume que los hogares cuyos ingresos son inferiores a las correspondientes líneas, pueden ser caracterizados como pobres o como pobres indigentes. Si los ingresos de un hogar no son suficientes para comprar todos los bienes y servicios básicos se considera pobre. Si ese hogar no tiene los ingresos necesarios para cubrir el consumo de alimentos y bebidas necesarios se considera indigente.

Pobreza según CESO
En el informe publicado por este instituto1 se presentan estimaciones sobre el porcentaje de población bajo la línea de pobreza e indigencia en el segundo semestre de 2014. La metodología empleada fue calcular el costo de la canasta básica total y alimentaria en base a la evolución de los índices de precios difundidos por institutos de estadísticas provinciales. Es la misma metodología, por ingresos mínimos, aplicada por el INDEC pero la variación del costo de la canasta de consumo no se calcula por el IPC-GBA sino por los índices provinciales como mencionamos.

En base a esas estadísticas se observa que el porcentaje de población pobre se ubicó 16,1% en el segundo semestre de 2014 y el porcentaje de población indigente (aquellos que no acceden a una alimentación mínima) se encuentra en el 5,1% hacia finales del año pasado.

Un aporte interesante del informe es la ponderación del impacto del Programa de Precios Cuidados sobre la indigencia. Según la estimación, gracias a Precios Cuidados el valor de la Canasta Básica de Alimentos es un 20% más barata que la estimada a partir de la utilización de índices de precios provinciales. Esa mayor baratura implica que el acceso al programa por la población de menores recursos, permite reducir la indigencia entre los mismos. Ese abaratamiento puede evitar que 440.000 argentinos caigan en la indigencia.

Pobreza según Cámara de Diputados
El informe publicado por la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados de la Nación sobre la pobreza en Argentina en la última década, combina dos enfoques para determinar la cantidad de pobres que hay en nuestro país. Por un lado, el enfoque directo basado en una concepción de la pobreza como “necesidad” según la cual “un hogar es pobre cuando no logra satisfacer al menos una de las necesidades básicas”. El indicador Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) incluye parámetros como: hacinamiento, calidad de la vivienda, acceso a servicios sanitarios, acceso a la educación y capacidad económica. Por otro, el enfoque indirecto, que se basa en la idea de pobreza como “insuficiencia de recursos” que considera pobre a todo hogar cuyo ingreso efectivo sea menor que su línea de pobreza, la cual representa el nivel de ingreso o gasto necesario para adquirir un conjunto de bienes y servicios dado (o canasta básica).

Entre 2003 y 2013 la población por debajo de la línea de la pobreza se redujo un 67%, pasando de 45,15% a 14,9%. Dicha mejora no sólo se dio en la cantidad de hogares pobres, sino también en la intensidad de la misma ya que muchos hogares que no lograron salir de la pobreza mejoraron su situación.

Según el enfoque de las NBI, la pobreza cayó del 11,11% al 8,53%, considerando valores del cuarto trimestre de 2003 y 2013 respectivamente. Aquí se observa una caída tanto en el hacinamiento, como en el porcentaje de viviendas inconvenientes lo que se debe en buena medida a las políticas gubernamentales aplicadas para el acceso a una vivienda propia o el mejoramiento de las ya existentes2.

Teniendo en cuenta todos los tipos de pobreza al que hace referencia el informe, el 19,49% de la población presenta algún tipo de inconveniente para integrarse socialmente, lo cual representa a algo más de 4,5 millones de argentinos. Pero si se deja de lado a los pobres “coyunturales”3 sólo 8,52% de las personas son pobres, mientras que un 3,6% son pobres crónicos4, es decir que buena parte de la pobreza que persiste hoy es la que más cuesta erradicar o bien la que llamamos “pobreza estructural”.

Pobreza según Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA
El informe presentado por esta institución se basó en datos de hogares y de ingresos relevados por una encuesta realizada por el mismo observatorio. Con dicha información se estimaron dos tipos de canastas alimentarias: Canasta Básica Alimentaria (CBA) y Canasta Básica Total (CBT). Luego, con esas canastas se calcularon las tasas de indigencia y de pobreza comparando los ingresos familiares con el ingreso necesario para cubrir dichas canastas.

Según este estudio, que analiza la evolución de la pobreza entre 2010 y 2013, la misma se ubicó en un 27,5% de la población en el último trimestre de 2013. En 2010 era del 29% y cae a 24% al año siguiente, pero en 2012 vuelve a incrementarse al 26% hasta llegar a 2013 con el valor arriba señalado.

Uno de los problemas metodológicos que tiene este informe es que parte de una encuesta propia, con un alcance de la muestra mucho menor a la de la EPH y lo que es más grave aún es el sesgo hacia la pobreza ya que subestima los hogares de mayores ingresos. Otro punto a tener en cuenta es el momento en que se realiza la encuesta, ya que la misma se llevó a cabo en el cuarto trimestre y, por lo general, los indicadores sociales suelen tomarse en el tercer trimestre cuando tienen impacto los aumentos salariales y se recibe la primera cuota del aguinaldo. Todos estos aspectos no están debidamente explicitados en el informe y generan distorsionen que debieran ser advertidas.

Una visión histórica
En el estudio ¨La Pobreza en Argentina 1974-2006: Construcción y Análisis de la información¨ escrito por Agustín Arakaki se hace un recorrido histórico de la pobreza en Gran Buenos Aires, pero en nuestro caso servirá para traspolar a la situación nacional. Según plantea el autor, hasta mediados de los setenta la pobreza por ingresos y en general, no habría registrado niveles elevados. Sin embargo, con el desembarco por la fuerza del ciclo de políticas de tinte liberal en 1976 los hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza no sólo habrían de aumentar en cantidad sino que también en su intensidad y severidad. El deterioro de las condiciones de vida de los hogares entre 1974 y 2003 estuvo asociado a las políticas de aperturas financiera y comercial aplicadas por la dictadura, al escaso crecimiento y los episodios inflacionarios durante la década de los ochenta; al empeoramiento de las condiciones de empleo en los noventa; y en la post-Convertibilidad, por el pronunciado efecto de la devaluación sobre los ingresos reales.

En 1974 la pobreza por ingresos alcanzaba al 4,6% de los hogares, en lo que luego será su mínimo histórico. Tras el plan económico de Martínez de Hoz la pobreza para 1982 afectaría al 21% de los hogares. La tasa de desempleo se triplicaría, pasando de 3% a 9%. La tendencia sería creciente aun con la vuelta de la democracia. En 1986 afectaba al 23,2% de los hogares. Luego, para 1991 y tras dos períodos de hiperinflación, el porcentaje crece y 27,1% de los hogares presentan algún tipo de carencia. Es decir que para este periodo, de 1974 a 1991, las personas pobres en nuestro país habían pasado de casi un millón a más de 7,5 millones.

Entre 1991 y 1994 la proporción de hogares pobres del método combinado se reduce en 8,1 puntos porcentuales, afectando al 21,9% del total de hogares, su punto más bajo desde 1982. A fines de 1994, el impacto negativo de la crisis de México sobre el mercado de trabajo fue considerable, empeorando severamente las condiciones generales del mercado de trabajo, elevando la desocupación al 18,4%.

Si en períodos de crecimiento la Convertibilidad enfrentaba problemas para generar empleo de calidad, la recesión iniciada en 1998 contribuyó al deterioro de las condiciones del mercado de trabajo. La pobreza había pasado del 24,7% al 43,5% al final del periodo.

La pobreza más allá de los números
La discusión sobre pobreza solamente se ha enmarcado en cuál es el número actual sin tener en cuenta otros aspectos más centrales: el recorrido que ha tenido en estos últimos 40 años, sus causas, como las condiciones de pobrezas sostenida en el tiempo le dan un carácter de estructural que hace complicado revertir sus secuelas en el corto plazo y cuáles son las medidas que se han aplicado en los últimos años para revertir la tendencia.

Allá por 2003 la pobreza azotaba a casi la mitad de los argentinos y la indigencia al casi 20% de la población. Las políticas económicas implementadas desde entonces cambiaron radicalmente el eje en materia de crecimiento y distribución y millones de argentinos pudieron salir de situaciones indignas en las que se encontraban.

Sin lugar a dudas, la creación de empleo fue una de las principales herramientas de reducción de la pobreza. Hoy el desempleo es de 6,4% cuando en 2002 era de 22,5%, esto fue gracias a la creación de más de 5 millones de puestos de trabajo, además la informalidad laboral pasó del 49% al 33,5%, mejorando la calidad laboral.

Además, las políticas de distribución ingresos aplicadas por el Gobierno Nacional han tenido una fuerte repercusión en las condiciones de vida de la población. Más de 3.500.000 niños reciben la Asignación Universal por Hijo, más de 1.280.000 jóvenes reciben PROGRESAR, más de 4.500.000 de notebook fueron entregadas, más de 2.700.000 nuevos jubilados y la Ley de Movilidad Jubilatoria con la que la jubilación mínima aumento más de 2.433%, más de 24 veces, por encima del cualquier medición de inflación, posicionando a la Argentina como el país de mayor cobertura previsional de Latinoamérica.

Sin embargo, y a pesar de la importante batería de medidas aplicadas, muchos hogares no han podido escapar aún a esta situación. Entonces, cabe preguntarse por qué esos millones de argentinos aun no logran alcanzar los ingresos necesarios para dejar de ser pobres, la respuesta está quizá en analizar la pobreza estructural de nuestro país y las posibles medidas que puedan atacarlas.

Cuando hablamos de pobreza estructural referimos a aquéllas condiciones socioeconómicas, culturales y educacionales que presenta un núcleo duro de la población a la que le es muy difícil salir de la situación de vulnerabilidad en el corto plazo. Está íntimamente relacionada con el desempleo estructural. Son generaciones de familias argentinas que por más de 30 años estuvieron a la buena de las condiciones del mercado con poca protección por parte del Estado. Padres de familia que estuvieron desempleados por mucho tiempo y perdieron muchas herramientas para insertarse en el mercado laboral. Estas condiciones son trasladadas de padres a hijos, los cuales como entorno familiar no posee las herramientas para salir de la situación circular. Y es aquí donde la presencia del Estado es fundamental por un lado, asegurando ingresos a las familias a través de políticas de ingresos y generación de empleo, por otro, conducir a las nuevas generaciones a dar un salto cualitativo a través de la educación y la capacitación para que puedan insertarse en el mercado laboral y cortar con el círculo vicioso.

La discusión sobre cuál es el número actual de pobreza en nuestro país no nos tiene que hacer olvidar la película completa sobre cómo hemos llegado a 2003 con más de 18 millones de pobres. Tras el nuevo rol de Estado y las políticas aplicadas han permitido sacar de la pobreza a más de 11 millones de argentinos. Sin duda falta, pero el abandono por parte del Estado hacía los que menos tienen es una situación que no se puede revertir durante una década. Llevará muchos años recomponer la dignidad de millones de familias que la perdieron luego de políticas neoliberales pero sin dudas nos encontramos en un camino que viene a reparar esa condición.

1 Informe: Pobreza e Indigencia en Argentina (2003-14) - Abril 2015 2 Informe publicado por la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados de la Nación. 3 Hogares que logran satisfacer necesidades básicas pero su ingreso no logra cubrir una canasta básica determinada. 4 Son aquellos que encuentran dificultades para obtener un ingreso suficiente para adquirir una canasta de consumo mínima y, a su vez, presentan dificultades para satisfacer ciertas necesidades básicas. Hogares en situación de exclusión social 
etiquetas