24.08.2015 / Análisis

¿Cómo es el complejo sistema electoral de Tucumán?

Los resultados de las elecciones son el producto de las reglas y condicionamientos inherentes al sistema político, el caso de Tucumán ha evidenciado la necesidad de reformas claras en búsqueda de regular la competencia política.

por Leonardo Damián García




Cada elección, dentro de cualquier sistema democrático a lo largo del globo, ha traído aparejado suspicacias que en algunos casos han llevado a la confusión electoral dentro del sistema. ¿Estamos en presencia de escenarios plagados de fraude electoral o nos encontramos frente a sistemas anárquicos incapaces de regular en forma justa y competitiva una elección?.

Luego de la reforma constitucional provincial de 2006, en Tucumán se marginó la antigua Ley de Sublemas y se consagró el acople. Los sublemas fueron un mecanismo que llevó a acumular en los cuartos oscuros más de 200 boletas de distintas fórmulas. Mediante el acople, los partidos provinciales pueden adherir a un candidato a gobernador de otra fórmula. A su vez, los partidos municipales que llevan concejales también pueden acoplarse a intendentes de otras fuerzas. 

El acople tiene una exigencia básica: sólo pueden acoplar los partidos políticos constituidos. Para poder tener rango de partido uno de los requisitos fundamentales es presentar el cuatro por mil de la cantidad de electores provinciales, municipales o comunales en fichas de afiliación. Es decir que deben presentar una carta constitutiva, una declaración de principios y una carta orgánica.

En Tucumán, el domingo 23 de agosto la oferta electoral tuvo casi un millar de partidos registrados (entre nacionales, provinciales y municipales); unos 30.000 candidato lo que equivale al 3% del padrón provincial que competieron por 347 cargos en la provincia. A esto se le sumaron 80 acoples que quedaron oficializados. Desmembrando estos datos, el Frente para la Victoria tuvo unos 50 y la oposición conformada por el radical José Cano y el hasta hace poco tiempo justicialista Domingo Amaya, con 30.

De esta forma, partidos que no presentan candidatos a puestos ejecutivos anexaron listas legislativas o a cargos menores. El principal problema a diferencia de la antigua ley de lemas es que aquí el acople no termina siendo claro ya que no hay una clara identificación partidaria. A esto se suma que la oposición ha juntado una serie de espacios políticos que en algunos lugares no remitían una clara distinción política. Basicamente, estos acoples iban "colgados" de todos.

La presencia y la dispersión que produce la diversidad de pequeños partidos, muchos de los cuales "alquilaron" su estructura a distintos candidatos, lleva a hacer mucho mas engorroso el proceso legislativo impactando en forma negativa a los mecanismos de control social. 

"En este sentido, para superar problemas de agencia es imperioso trascender los meros mecanismos de accountability electoral y promover mecanismos de mayor participación, siendo centrales en esta ecuación los niveles de gobierno local y el fomento desde el Estado a la participación ciudadana en formas de rendición de cuentas mixtas", señala el prestigioso politólogo Juan Manuel Abal Medina.

Superpoblación de boletas


De esta forma, el resultado del proceso electoral en Tucumán ha tenido el uso de los acoples para evitar las internas y ha instaurado una etapa de "neolemas" donde se atenta en parte contra el sistema democrático, de todos modos no es la primera vez que se ha utilizado dicha modalidad.

En 2003, cuando aún funcionaba la antigua ley, hubo 60.000 candidatos a ocupar uno de los 347 cargos políticos provinciales en disputa. Constituían casi el 7% del total de empadronados (870.000). Ganó quien tuvo más sublemas. Por su parte en 2011, Alperovich contó con 87 acoples (47 provinciales y 40 municipales), José Cano con el Acuerdo Cívico y Social, llevó 43 acoples. 

La proliferación desmedida de acoples ocasiona confusiones en la ciudadanía en general. Al presentar estas colectoras, por fuera del partido principal al que solicitan “acoplarse”, tienen una ventaja para los armadores electorales: Evitar una compulsa interna para definir ganadores. Es caótico imaginar cómo actuará el elector frente a tantas boletas diseminadas por los pupitres del cuarto oscuro, donde debe ejercer con responsabilidad la obligación de elegir a quienes conducirán los destinos de la Provincia, con todo el riesgo que esta confusión implica. 

En síntesis, el sistema de acople facilita la fragmentación electoral, promueve la aparición de partidos políticos y dificulta el proceso electoral. La salida a esto será producir una reforma electoral que lleve adelante un mayor nivel de accountability (control ciudadano) que produzca una mayor estabilidad, claridad y sobre todo lo hagan en forma eficiente y ordenada sobre el ordenamiento del sistema democrático.