11.02.2016 / Análisis

¿Sanders representa el fracaso de Obama?

Una gran parte de los estadounidenses piensa que Obama mostró su incapacidad para cumplir la mayoría de las promesas electorales. Los triunfos de Trump y Sanders en New Hampshire parecen ser correlato de la dificultad del presidente para escapar a la maldición del segundo mandato. Las razones de las victorias del más socialista de los demócratas y el más radical de los republicanos.

por Santiago Reboreda




En la jornada del último martes 9 de febrero, el senador demócrata por Vermont, Bernie Sanders y el multimillonario republicano Donald Trump triunfaron en las primarias de sus respectivos partidos en New Hampshire.

Las victorias de ambos precandidatos, que más allá de las enormes diferencias mantienen un claro perfil anti establishment, representan en gran medida el sentimiento de disconformidad de una amplia porción de los estadounidenses con el sistema político.

La promesa del magnate es tentadora: depositar en el archivo todas las iniciativas de la administración Obama, valorada por un importante número de ciudadanos como testimonio del declive de Estados Unidos.

En el caso de Sanders, su ascendencia encuentra múltiples explicaciones. Al proclamarse vencedor, el senador advirtió que "la gente de New Hampshire ha enviado un profundo mensaje al establishment político". Evidentemente, su campaña ha ido ganando adeptos merced al fervor de los jóvenes y a su discurso contra Wall Street, pero encuentra una base sólida y serias posibilidades de proyectarse frente a la convicción de una inmensa porción de los estadounidenses en general y de los demócratas en particular, respecto a que Obama no logró escapar al fenómeno típico para la política estadounidense de la “maldición del segundo mandato”.

Sanders representa además un giro creíble en la posición norteamericana en su relación con los países de Europa y América Latina. Una porción no desdeñable del tradicional electorado demócrata cree que el giro de Estados Unidos hacia una posición más amigable con Latinoamérica ha sido tardío. Particularmente el cambio en la política hacia Cuba puede explicarse más por la presión generada por la unidad de los países de la región, que por una sincera redirección de su política exterior.

En el mismo sentido, un sector importante del electorado del partido observa, no sin sustento, que Estados Unidos es en parte responsable por las crisis migratorias en Europa y fundamentalmente en América Latina. Los latinos representan la segunda población de mayor crecimiento en cada región del país y se espera que en 2020 la población latina alcance el 20% de la población total de Estados Unidos.

Las posibilidades de que Trump u otro precandidato republicano triunfen en las elecciones generales no son para nada desechables, toda vez que podría evidenciarse una importante  abstención demócrata como producto del desgaste de la administración Obama. Muchas encuestas pronostican que los afrolatinos no votarían por Clinton, relegados en este periodo. Sólo una amenaza directa podría revertir la tendencia.

Sanders, quien afirmó que "Clinton representa “el sistema” y él a “los estadounidenses normales” basa su campaña en los puntos débiles del gobierno de Obama: manifestó la necesidad de Educación Superior gratuita, reforma migratoria y del sistema judicial, fin de las contribuciones de las corporaciones a las campañas políticas, mayor control de Wall Street y sus bancos, entre otras medidas.

Lo antedicho tiene un basamento. Muchos electores creen que Obama mostró su incapacidad para cumplir la mayoría de las promesas electorales. El propio reconocimiento de su fracaso en la política de control de tenencia de armas es sólo un ejemplo.

La elección de Sanders, además de una señal de descontento con el segundo mandato de Obama, puede significar una importante oportunidad para Estados Unidos en lo que respecta a mejorar la dañada imagen internacional del país, deteriorada aún más por las invasiones territoriales (y podríamos agregar, financieras), y representaría una nueva oportunidad para concentrarse en el desarrollo de la nación y el restablecimiento de las relaciones con sus pares en un mundo decididamente multipolar.