21.04.2016 / Opinión

Reapareció Cristina: todos en off side

Análisis y opinión sobre la vuelta de Cristina Fernández de Kirchner al centro de la política nacional.

por Gonzalo Unamuno




El favor que el juez Bonadío le hizo a Cristina Kirchner la semana pasada citándola a indagatoria en Comodoro Py/Woodstock en un marco que más de una estrella de rock no se atreve a soñar, sigue teniendo efectos considerables en el escenario político. Al margen de que la devolvió con contundencia al centro de la escena nacional y de que puede convertirla en mártir si la llega a meter presa (él o Rafecas, por Hotesur o por Dólar Futuro, da lo mismo) los problemas, sin embargo, parecen germinar en todos los que no son ella. Tanto Sergio Massa como Juan Manuel Urtubey -por mencionar a los más cobardes- y los espacios que lideran, quedaron por fin expuestos como lo que son: tibios y especuladores aliados del gobierno de Cambiemos que en algún momento pretenderán acordar la manera de desligarse para llevar adelante sus propias ambiciones presidenciales, pero que hoy día están como Bossio el día de la lealtad, perdidos en su humareda.
 
Otro de los actores (o suma de actores) que queda en off side luego de la inminente aparición (aunque ella se haya mencionado como parte) es el emparchado dinosaurio electoral del PJ con su pretendida “lista de unidad” encabezada por el anciano Gioja y el desorientado Scioli, que desde hace unos meses a esta parte se muestran urgidos por resolver los intersticios de una vida orgánica por la que se preocuparon poco. Y lo hacen para que Servini de Cubría no efectivice una intervención que es amenaza de hace tiempo y quizás, también, para dar la pelea por la Federación Argentina de Municipios, que conducía Julio Pereyra y que ahora puede quedar en manos de Gustavo Saénz y Ramón Mestre.
 
Y qué decir de Bossio y los desertores del bloque FPV, que se apresuraron en sacar los pies del plato ahora juegan al ajedrez habiendo perdido a la reina, teniendo que tratar de manera conjunta con todo el arco opositor en el congreso el proyecto para declarar la emergencia laboral.
 
Lo cierto es que la canción sigue siendo la misma, diría Led Zeppelin: ¿Qué hacer con Cristina, con los 30 puntos de piso que todavía mide electoralmente? ¿Qué hacer con su incuestionable y resurgido liderazgo en tiempos de Macri, el ahora devenido en “jefe de la oposición”? Algunos creen que el síndrome del hijo castigado es parte de su estrategia política.
Porque el principal actor descolocado por la totalidad desplegada en la faceta más conciliadora de Cristina es el propio presidente, quien, además de tener que lidiar con ella recibiendo legisladores, artistas, militantes, intendentes, sindicalistas, tiene que hacer lo propio por el escándalo con las sociedades off shore en Panamá y demás paraísos fiscales, con sus funcionarios -además de su padre Franco y su amigo Caputo- beneficiarios de la compra del dólar futuro, con la vicepresidenta primera de la legislatura porteña, Carmen Polledo, cuyo marido, Adolfo Polledo Olivera, resultó ser dueño de Costa Salguero, el predio donde murieron 5 personas en la fiesta Time Warp, así como también con la movilización que le harán en conjunto las centrales obreras el 29 de este mes, más los golpes constantes en los bolsillos de la ciudadanía y los aumentos siderales en alimentos y en el transporte a cambio de ninguna mejora en el servicio, entre una larga lista de etcéteras.
 
Sin embargo el blindaje mediático del que todavía goza el gobierno y su constante estrategia para distraer (Léase Lázaro Baéz, Jaime, Fariña, De Vido, ruta del dinero K, Hotesur, Grieta) impiden que sea ella como única líder de la oposición quien capitalice los desguaces de los 4 meses que Cambiemos lleva gobernando.
 
No obstante, y dado que ya no es posible pensar a la Argentina en un marco de comunidad con la Latinoamérica previa al 2016, (cuando la democracia en Brasil y en Venezuela no estaba en jaque) su llamado a la conformación de un Frente Ciudadano representa el único mensaje sensato y reflexivo de construcción de cara al año electoral que se viene y a la posición en la que el país comienza a plantarse.
 
Es inminente comprender a tiempo la deslegitimación que las fuerzas políticas locales están sufriendo y empezar a generar un espacio nuevo de acumulación de poder, con una agenda programática seria y de fines concretos, de cara a un futuro que se nos viene encima y nos demandará lo mejor de cada uno.