10.02.2017 / Opinión

El poder de no sentir vergüenza

El diputado nacional expone su visión luego de que el Estado nacional le perdone a la empresa del padre del Presidente una deuda de $70 mil millones.

por Juan Cabandié




“Estatizar deudas del Grupo Macri es más argentino que el gol del Diego a los ingleses” ironizó anoche un tuitero en medio de la ola de rechazos, críticas e ironías que despertó la noticia del perdón que el Estado macrista aceptó hacerle al Grupo Macri por la deuda del Correo Argentino.

Más allá de la mordacidad del tuit, lo más interesante es que hay ahí una verdad histórica que me parece es el centro del debate que este tipo de medidas despiertan. Muchas personas, muchas, que en 2015 votaron a Cambiemos lo hacían bajo una suposición que se convirtió casi en un lugar común. “Macri es millonario, le sobra el dinero, no va a robar en el gobierno”. Esta idea fue demoledoramente eficaz: todos los funcionarios que Macri va a designar vienen del mundo empresario; luego, tienen la vida económicamente resuelta; luego, eso es garantía de su honestidad.

Lo único verdadero de todo ese razonamiento es que el presidente y buena parte de su gabinete son millonarios. Lo que oculta es una pregunta clave: cómo llegaron a ser millonarios. La escandalosa quita por cerca de 70 mil millones de pesos que el gobierno de Macri aceptó hacerle a Grupo Macri es parte de la respuesta a cómo se hacen millonarios estos millonarios.

En 2003, el entonces candidato a presidente Carlos Menem había anunciado que Carlos Melconian iba a ser su ministro de economía si él llegaba de nuevo a la Casa Rosada. Por esos días, el diario Página 12 contó cómo en 1984 un joven Carlos Melconian, que por entonces era jefe del Departamento de Deuda Externa del Banco Central, había sido un actor fundamental para que el gobierno de Alfonsín finalmente aceptara que una deuda cercana a los 6 mil millones de dólares, fruto de maniobras fraudulentas de un conjunto de empresas (autopréstamos, créditos ficticios entre otras maniobras dolosas) entre las cuales estaba el Grupo Macri, pasara a engrosar la ya por entonces astronómica deuda pública argentina.

Muchos años después, Melconian se convirtió en parte activa del PRO, llegó a ser candidato a senador por la Capital y finalmente fue Presidente del Banco Nación durante el primer año de gestión de Cambiemos. Favor con favor se paga.

Este episodio de fraude liso y llano al Estado, blanqueado con la invalorable participación de funcionarios lobbistas del establishment económico y coronado con la debilidad política de los gobiernos para ponerle límite al saqueo es lo que ha convertido a Macri en un señor millonario que dice que se acercó a la política para “dar una mano” porque él tuvo la suerte en la vida de tener su economía resuelta y ahora quiere colaborar. Puro cinismo.

Podríamos agregar el fraude con la cloacas en Morón, en 1988, que le costó al entonces intendente Rousellot su cargo y hasta su libertad, o el episodio del contrabando de autos en Sevel, causa de la que zafó por su cercanía al menemismo y los votos de la mayoría automática de la Corte en 2002. Siempre cerca de los negocios buenos para sus empresas y pésimos para el Estado, siempre defraudando las arcas públicas, siempre impune, porque en eso parece consistir ser millonario.

Cambiemos es la primera experiencia en el país desde el retorno de la democracia de un gobierno sin mediaciones con el poder económico. Ellos son el poder económico.

El país se endeuda a diario a tasas cada vez más altas, ellos se “desendeudan” a tasa 0 y con quitas cercanas al 98%. Pornografía de clase.

Confío mucho en la capacidad del pueblo argentino para detener estos agravios.

Ojalá todos que creemos en la autonomía de la política y en la necesidad de gobernar para las mayorías, seamos capaces de recrear la condiciones para derrotar este proyecto excluyente y profundamente antipopular.