11.05.2017 / OPINIÓN

Antonio Gramsci en Plaza de Mayo

Lo que se expresó en la multitudinaria marcha contra el 2x1 es lo lejos que está el macrismo de construir una nueva hegemonía en el país. A pesar de los intentos, la memoria de lo ocurrido sigue convocando a miles de argentinos cuando se ve amenazada.

por Marcos Schiavi y Víctor Taricco




Dicen que decía el pensador italiano Antonio Gramsci que una dominación política se constituye en bloque histórico cuando logra alcanzar la dominación política y económica, pero también la conducción moral de una sociedad. Cuando un proceso político alcanza a imponer sus valores y su forma de ver el mundo al conjunto de una sociedad construye lo que se denomina hegemonía.

Palabras más, palabras menos, lo que Gramsci nos propone pensar es que no alcanza con manejar la base material de un país para orientarlo políticamente, sino que es necesario también conquistar la mente y los corazones del pueblo que se pretende conducir.

Justamente ayer, en Plaza de Mayo, lo que se expresó es que lejos está el macrismo de construir una nueva hegemonía. Ayer se pudo observar, se vivió, que el proceso político que conduce Mauricio Macri, por más que pueda abroquelar detrás suyo a empresarios, jueces y medios de comunicación, no ha logrado -ni logra- permear (del todo) la mente y corazón de miles (millones) de argentinos.

Y no es que no lo intente. Casi desde el primer día de su asunción los discursos negacionistas entre los funcionarios del gobierno de Cambiemos, y sus comunicadores asociados ideológica o pecuniariamente, han venido atacando sistemáticamente el proceso de Memoria, Verdad y Justicia.

Desde el primer día de su asunción los discursos negacionistas de los funcionarios del gobierno de Cambiemos han venido atacando sistemáticamente el proceso de Memoria, Verdad y Justicia.



Por eso la respuesta del pueblo argentino, ante tanto atropello y tanta operación, no ha sido solamente un límite “contra” esa política, sino también una poderosa afirmación “a favor” de una forma de tramitar la historia reciente y por lo tanto de “voluntad” de vivir el presente y el futuro. Lo que se ha expresado en la plaza no es el reclamo de “una parte” de la sociedad, sino un sentido claro de lo que se entiende por “bien común”. Lo que se escenificó ayer es una forma de vivir la justicia y la democracia “para todos”.

En última instancia el triunfo de ayer en la calle, pero también en el Congreso, no es un triunfo en contra del gobierno de Macri, sino que es una gran victoria sobre un modelo de país (que encarna el gobierno de Cambiemos, obviamente) que pretende erigir el futuro sobre la impunidad y el silencio. Hoy la mayoría de la sociedad argentina -incluso muchos funcionarios y partidarios de este proceso político, incluso el Presidente mismo de la Nación en las últimas horas- ha dicho que no es aceptable vivir en un país donde los responsables de la mayor tragedia política, económica, social y cultural del país puedan estar en libertad.

Lo que ha dicho la gran plaza de ayer es que no es aceptable vivir en un país donde los responsables de la mayor tragedia política, económica, social y cultural del país puedan estar en libertad



Pero esta no es la única batalla cultural que plantea Macri. El macrismo quiere generar nuevas hegemonías en distintas esferas. Lucha contra el modelo del país “peronista”, contra la herencia cultural y organizativa del movimiento obrero, contra el país productivo que no respeta las ventajas comparativas, contra un Estado que le brinda seguridad social a su población, contra los niveles de consumo. Es una batalla profunda pues no sólo discute consumos culturales e ideas: discute formas de vida.

¿Y a qué venía entonces el recuerdo de Gramsci? A que ayer en Plaza de Mayo se pudo confirmar que esta marcha, junto a la del 24 de marzo, el paro de la CGT, las marchas por NI UNA MENOS, la lucha docente y la amplia variedad de formas y reclamos que ha expresado la sociedad argentina en los últimos meses, es parte de un sentir, un sentido común (¿una ideología?), que goza de buena salud y que no está dispuesto a abandonar las banderas de todos los que quieran vivir en un país más justo y más democrático.

Y eso que decían que no había que polarizar...