19.11.2017 / FÚTBOL PARA TODOS

Y un día volvimos a mirar las tribunas

La restauración de la discriminación económica del acceso al espectáculo televisivo, opera como metáfora del país que efectivamente está cambiando.

por Gustavo Bulla


La finalización del programa Fútbol Para Todos es en muchos sentidos ilustrativo de la política que viene aplicando el gobierno de Cambiemos desde hace casi dos años.

Amén de constituir uno de los capítulos más obscenos de la estafa electoral por la recordada respuesta del entonces candidato presidencial Mauricio Macri, que ante la pregunta sobre la continuidad del fútbol televisado gratis, sin dudar contestó: “sigue gratis pero sin política”. Y los hechos demostraron que desde el actual campeonato argentino rebautizado “Superliga” hay que pagar para ver, y el Gobierno intervino políticamente en la AFA como no se recuerda desde tiempos dictatoriales.

La restauración de la discriminación económica del acceso al espectáculo televisivo, opera como metáfora del país que efectivamente está cambiando.



Por supuesto, también la pérdida del acceso gratuito a la televisación del fútbol argentino implica un eslabón más en la cadena de derechos resignados por el pueblo en menos de dos años.

Pero fundamentalmente, el fin del Fútbol Para Todos y la restauración de la discriminación económica del acceso al espectáculo televisivo por lejos más popular entre los argentinos, opera como una metáfora del país que efectivamente está cambiando.

La foto viralizada a través de las redes sociales que mostraba cómo compatriotas se las ingeniaban para ver desde la vereda las imágenes del clásico entre Ríver y Boca, tratando de eludir el obstáculo de la cortina metálica baja interpuesta por el propietario de la pizzería con el único objeto de justificar la consumición requerida a los parroquianos como derecho al acceso al contenido televisivo que fuera absolutamente gratuito durante ocho años, exime de mayores comentarios. Una especie de exclusión en segunda instancia.

Nada distinto con las cifras del muy tímido repunte del consumo, que ya ni siquiera se atreven a denominar como “brotes verdes”. Crecen de a poquito los consumos de los estratos más altos de la sociedad y siguen estancados o en retroceso los niveles de consumos de las masas populares. Parece ser una lógica de hierro del modelo económico y social en curso.


Durante el Gobierno anterior, el Fútbol para todos había alcanzado la cobertura histórica del 75% del territorio con infraestructura terrestre, teniendo previsto atender al otro 25% restante por medio de transmisión satelital.



Mientras Fútbol Para Todos estuvo vigente, existieron críticas de periodistas no necesariamente ubicados en el extremo derecho del espectro ideológico en referencia a que la “gratuidad” no era tal, ya que en muchas regiones del país había que tener un abono de TV paga para acceder a las transmisiones porque por aire la cobertura no era total. Se desprenden de ahí dos cuestiones; por un lado si tomamos como cierta tal afirmación, con motivo del último Superclásico, las empresas tenedoras de los derechos exclusivos de transmisión hicieron trascender hasta con euforia que habían alcanzado la cifra de un millón cien mil suscriptores, es decir alrededor de un magro 12% de los hogares abonados en el país a algún servicio de TV paga, lo cual redundaría en la “universalidad” de Fútbol Para Todos. Pero además, como segunda cuestión, no es verdad que la infraestructura de TDA no sea muy extendida en el territorio nacional; durante el Gobierno anterior se había alcanzado la cobertura histórica del 75% del territorio con infraestructura terrestre, teniendo previsto atender al otro 25% restante por medio de transmisión satelital.

Sí es cierto que el Estado debió haber aprovechado mucho más la tenencia tan preciada de un contenido exclusivo de la magnitud del fútbol argentino como para promover el uso masivo de la TDA. Para que los argentinos pudieran acceder con el módico gasto de la instalación de una antena convencional a una programación variada y con excelente calidad de definición de imagen. Pero decir lo contrario, es faltar a la verdad.

El fútbol por TV ya es para pocos, y que aunque suene a pesadilla, volvieron las imágenes de las tribunas mientras se juegan los partidos.



Las empresas – Fox y TNT – han hecho trascender el objetivo de lograr dos millones de suscriptores al cabo del primer año de la Superliga. En el marco del deterioro general de los ingresos, con el encarecimiento general de los servicios, incluyendo el alto costo de la TV paga, y teniendo en cuenta que en el punto de más alta expectativa del actual campeonato – el único enfrentamiento Boca vs. Ríver -, sólo habrían logrado captar poco más de un millón de abonados para pagar -por ahora- $300 mensuales extras; parece una meta difícil de alcanzar.

Aunque no es la única incertidumbre que se abre para el fútbol por TV reprivatizado. ¿Qué pasará con la transmisión del Mundial Rusia 2018? ¿Se verá completo por aire? ¿Sólo los partidos de Argentina por esa vía y el resto por abono básico? ¿O también habrá un pago adicional para determinados partidos?

¿Cuánto durará la tarifa de $300 mensuales por el “pack fútbol” como lo denominan? ¿Habrá sido una promoción de inauguración de temporada o será el precio estable? ¿Cómo cubrirán la inversión realizada si no crecen considerablemente los suscriptores? ¿En enero, los suscriptores deberán abonar los $300 extras sin que haya partidos o forzarán una fecha con 40 grados a la sombra para justificar el cobro?

Muchos interrogantes que se irán develando y algunas certezas que ya dolorosamente constatamos: que el fútbol por TV ya es para pocos, y que aunque suene a pesadilla, volvieron las imágenes de las tribunas mientras se juegan los partidos.