29.10.2014 - 08:10 /

La región consolida el eje Sur-Sur

Análisis - Por Nicolás Wittwer Pruyas | En las tres elecciones presidenciales desarrolladas en el corriente año en América del Sur, se impusieron candidatos que garantizan la continuidad de las políticas impulsadas en la última década, que tienen como ejes rectores la redistribución progresiva del ingreso y la integración regional como motor del desarrollo.


Lic. Nicolás Wittwer Pruyas


En las tres elecciones presidenciales desarrolladas en el corriente año en América del Sur, se impusieron candidatos que garantizan la continuidad de las políticas impulsadas en la última década, que tienen como ejes rectores la redistribución progresiva del ingreso y la integración regional como motor del desarrollo.

A pesar de las particularidades y del análisis puntual requerido en cada caso, lo cierto es que las elecciones en Bolivia, en Brasil y en Uruguay demostraron el acompañamiento del electorado a las políticas sociales de inclusión que se vieron fortalecidas a partir del cambio de paradigma que se vive en la región desde principios de siglo. Evo Morales fue reelecto, en Bolivia, para ejercer un tercer mandato con el 61% de los votos; Dilma Rouseff fue reelecta para su segundo mandato (pero cuarto de su partido), en una votación muy reñida, con el 51, 64% de los votos, mientras que Tabaré Vazquez se impuso en las elecciones en Uruguay con aproximadamente 47% de los votos, resultado que demanda una segunda vuelta a desarrollarse el 30 de noviembre.

La fuerte expectativa que generó la elección en la República Federativa do Brasil marca la importancia que tiene el gigante del sur para la continuidad del proceso de integración de los países de la región y su vinculación con el mundo. A su vez, cualquier resultado de las elecciones de la séptima economía mundial puede incidir en los futuros procesos electorales a desarrollarse, como el caso argentino del año entrante.
Luego de una campaña intensa, teñida de ataques cruzados entre los candidatos, la actual Presidenta Dilma Rouseff se lograba imponer con el 51, 64%, lo que representan alrededor de 54 millones de votos, contra el 48, 35% del opositor Aécio Neves. La mínima diferencia entre los candidatos resulta, sin embargo, para un país como Argentina, una cantidad nada despreciable de votos: más de tres millones. Una lectura pragmática de los resultados llevó a la promesa de Dilma, en su primer discurso luego de conocer los resultados, de impulsar los cambios que la sociedad brasileña demanda. Ello, sin embargo, no significa optar por un proyecto político diametralmente opuesto como el propuesto por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), sino comprender que el actual entramado social (compuesto por una nueva clase media), logrado a partir de las políticas impulsadas por el PT desde el primer mandato de Luiz Ignacio Lula da Silva, presenta determinadas necesidades que aún continúan insatisfechas. Demandas que probablemente no se desprendan de necesidades básicas, pero que no por eso dejan de ser reclamos legítimos de una sociedad que tuvo un crecimiento sostenido y una mejora en su calidad de vida.

Lo social y lo geográfico


Claro como pocas veces, el mapa electoral reflejó las diferentes realidades de la sociedad brasileña. Mientras que en los Estados del norte del país, aquellos con los mayores indicadores de pobreza y necesidades básicas insatisfechas, como Bahía, Maranhao o Pará el voto petista (como se conoce al votante del PT) arrasó, superando en algunos casos el 75%, lo opuesto sucedió en los Estados del sur del territorio brasileño, como Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, conocidos por sus más elevados indicadores económicos y sociales. Sin embargo, la oposición más fuerte a Dilma, Lula y a cualquier candidato que tenga olor a PT, se dio en la metrópolis industrial de Sao Paulo. La localidad que alberga a 25 millones de electores (de un total de 105 millones), le dio un duro revés al oficialismo, imponiéndose el candidato opositor Aécio Neves por 8 millones de votos. En dos distritos, de gran importancia simbólica, como son Rio de Janeiro (anterior capital del país) y Minas Gerais (donde gobernó Aécio Neves), se impuso el oficialismo. Estos distritos de importante densidad demográfica, sumado al respaldo de los sectores más vulnerables de Brasil geolocalizados en los Estados del norte del país, permitieron que Dilma y el PT continúen gobernando la principal economía de América del Sur.

[caption id="attachment_13799" align="aligncenter" width="600"] Mapa de votos por municipio (Folha de S. Paulo)[/caption]

De un primer análisis, podemos concluir que los sectores más vulnerables del país son aquellos que eligieron por una continuidad del proyecto político del PT, independientemente de que aún existan importantes sectores de la población con necesidades básicas insatisfechas. Según lo expresado en las urnas, los votantes de Dilma entienden que aquellos que lograron que una cantidad importante de compatriotas salieran de una situación de vulnerabilidad, son los mismos que pueden avanzar en la resolución de las deudas pendientes. En el otro costado, se ve un alineamiento opositor de las regiones económicamente más poderosas, donde puede predominar una fuerte sensación de individualismo (al estilo “todo lo logrado es por mérito propio y todo lo malo es a causa del otro”), junto a un legítimo reclamo de parte de la sociedad que no se siente representada pero que, fogoneado por el aparato mediático del grupo O Globo y compañía, terminen expresándose en las urnas en favor del candidato de las corporaciones.