Con mayoría absoluta en el Congreso y sin contrapesos institucionales, Nayib Bukele reformó la Constitución salvadoreña para habilitar la reelección indefinida y eliminar la segunda vuelta electoral. Así, el mandatario podrá permanecer en el poder más allá de 2033, en una maniobra que recuerda las estrategias de Vladimir Putin en Rusia y de Nicolás Maduro en Venezuela.
Bukele ya había forzado su segundo mandato en 2024 tras una reinterpretación exprés de la Carta Magna, avalada por una Corte Suprema designada por su propio Congreso en 2021, luego de una purga del Poder Judicial. Ahora, su partido Nuevas Ideas consagra un régimen sin alternancia, con tintes monárquicos, donde se acentúa el culto a su figura y la de su esposa.
El mandatario se apoya en su popular política de mano dura contra las maras, que derivó en detenciones masivas y denuncias de organismos de derechos humanos. La megacárcel donde hoy están alojadas 75.000 personas se convirtió en símbolo de su estrategia represiva. Varios medios independientes y ONG como Cristosal debieron exiliarse por persecuciones del gobierno.
La reforma institucional de Bukele tiene ecos en Argentina. Javier Milei, quien lo recibió en el balcón de la Casa Rosada, comparte con él un desprecio por los límites republicanos. Gobierna sin presupuesto, ataca a la prensa y sus asesores incluso testean si la población aceptaría un modelo autoritario a cambio de estabilidad económica.