Este 10 de diciembre,
Día de la celebración por los Derechos Humanos, se cumplen
dos años de la gestión del Frente de Todos, encabezada por el presidente
Alberto Fernández. Y a sabiendas de que su Gobierno se vio sacudido por la llegada de la pandemia a pocos días de asumir el mando,
es posible hacer un balance que marque los costos que tuvo que pagar la coalición de Gobierno por la contingencia de alcance mundial, a lavez que poner en valor los beneficios y objetivos alcanzados y proyectados
En este sentido es posible analizar que el oficialismo se destacó por articular con diferentes sectores que impulsan el desarrollo productivo para coordinar políticas sociales y económicas de cara a la administración de la pandemia, así como la salida de la misma.
En este armado tuvieron un rol clave los movimientos sociales. Su presencia en mesas de diálogo e incluso formando parte del Gobierno y del Congreso es huella y síntoma de esa determinación, adquiriendo gran participación en la toma de decisiones. Es que las mismas se convirtieron en un pilar importante para lograr ampliar el alcance del Gobierno a los sectores más vulnerables de la sociedad y conocer sus necesidades, demandas y urgencias.
TRAYECTORIA
En la década de los noventa, la desarticulación del mundo industrial dejó un sujeto nuevo, el obrero desocupado. Argentina nunca había tenido la desocupación como un tema relevante, pero hacia el año 2001, cuando estalla la crisis, esa problemática llegó al 25% en todo el país. Esos sectores replicaron la tradición asociativa y de lucha sindical de la fábrica fuera de ella y encontraron en los barrios populares un lugar para organizarse, algo que se resignifica y vuelve desde otro lugar, con mayor capacidad de representatividad y con bases asentadas, aunque los estragos de la
crisis económica que vino de la mano del FMI hicieron lo suyo, mientras que sus consecuencias se profundizaron con la llegada de la pandemia.
En relación a esto,
Política Argentina consultó a
Natalia Zaracho, quien se convertirá en la primera diputada cartonera en ocupar una banca en el Congreso.
“Nosotros desde los sectores de la economía popular ya creamos nuestros puestos de trabajo porque el mercado formal laboral nos excluía y tuvimos que generarnos una respuesta. Ahora lo que necesitamos es un Estado que nos acompañe con herramientas, con medidas, con reconocimiento hacia nuestro trabajo como sujetos. Desde ahí construir derechos como trabajadores y trabajadores”, explicó sobre el rol como candidata a diputada y referenta de los trabajadores de la economía popular.
A 20 AÑOS DEL CORRALITO: CRISIS Y MOMENTO FUNDACIONAL
En esta línea, Zaracho hizo un poco de historia y extendió un análisis de continuidad y diferencias hasta el presente
: "Del 2001 podemos rescatar que estamos en una situación muy distinta, los movimientos estábamos a la defensiva. Hoy la moderación de los movimientos sociales -incluso con toda la situación económica y social que es muy difícil- estamos más moderados porque tenemos representación política, porque participamos más en la toma de decisiones, porque tenemos una agenda de tierra, techo y trabajo, porque podemos impulsar leyes. Discutimos el mal llamado plan social, pero nosotros en 20 años pudimos organizarnos en cooperativas, tender redes hacia arriba desde abajo, generar trabajo y renovamos la mirada en algo positivo sobre la política”.
En este orden se expresó el padre
Francisco “Paco” Olveira, referente de la agrupación de Curas en Opción por lo Pobres, quien – consultado por
Política Argentina - destacó que
“los movimientos sociales son los que fueron parando la olla en este tiempo, son una expresión de cómo quedó el país en el 2001, y fueron los movimientos sociales los que fueron conteniendo a la gente, pese al pensamiento neoliberal que los tilda de ‘planeros’".
"Cuando nadie escuchaba a los más humildes de nuestra patria, la agenda de los más humildes la llevaron los movimientos sociales", sintetizó "Pavo" Olveira.
UN PUENTE
La cuestión es que la coalición gobernante dio un rol protagónico a las organizaciones y movimientos sociales por su contacto inigualable con el territorio y los sectores más vulnerables de la sociedad. Desde el Frente Patricia Grande, Zaracho indicó que
“los movimientos sociales son el puente del Estado con el pueblo", aquello que
"hace que las políticas públicas lleguen a donde tienen que llegar.
"Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, con la llegada de la pandemia, le dieron prioridad a la salud y a la vacunación, eso habría sido mucho más difícil sin los movimientos sociales, que estábamos en el territorio en los barrios, discutiendo y peleando con lo que instalaban los monopolios de medios y vinculando con las instituciones a los vecinos y vecinas de los barrios que no tienen posibilidades de conexión y comunicación, por ejemplo para los turnos de las vacunas”, explicó la diputada electa.
Coincidentemente, el padre Olveira señaló que incluso los movimientos sociales de la mano de los sectores de las Iglesias en Opción por los Pobres fueron "los que estuvimos parando la olla, llevando adelante los comedores, llevando adelante distintas iniciativas por el bien de nuestros barrios y a la vez con una agenda de lucha como la de darle prioridad a la emergencia alimentaria".
Por eso, "Paco" destacó que se trata de "algo a lo que el Gobierno dio respuesta con la tarjeta alimentar, entre otras cosas", pero en lo que "los movimientos sociales marcan agenda y a la vez ponen el cuerpo en los barrios”.
DESDE LOS BARRIOS
Es que para tener una dimensión de lo que fueron las consecuencias de estos últimos dos años atravesados por la crisis sanitaria, arrastrando además una crisis económica, es necesario convocar a quienes habitan los barrios populares a los debates y a las reflexiones para tener un verdadero acercamiento a las respuestas que se tienen que buscar para poder salir a flote hacia la etapa post pandémica.
Política Argentina se comunicó con la fundadora del comedor social Los Piletones,
Margarita Barrientos, que se destaca por haber sido una intérprete crítica de la gestión de quienes ocupan el rol del oficialismo y, por el contrario, de vínculo personal con el PRO y Mauricio Macri.
Sin embargo, la referenta social dio el visto bueno a la presencia del Estado en términos de Salud y ayuda alimentaria durante la pandemia, aunque reconoció la gravedad de las consecuencias que sufrieron los barrios.
“La pandemia hizo perder muchos puestos de trabajo, en los barrios la gente trabajaba de changas, en la feria, y otras actividades. La pandemia trajo mucha necesidad en todo sentido, desde la necesidad de comer, de trabajo, y sobre todo en los barrios carenciados fue muy fuerte la falta de alimento a pesar de que los comedores y los merenderos estuvimos presentes, nada era suficiente. Sobre todo teniendo en cuenta lo que la situación de salud nos exigía", explicó Barrientos.
En el mismo sentido, analizó lo que desde su mirada fue el rol del Gobierno nacional: "Yo creo que en el transcurso de estos dos años el Presidente ha tenido que enfrentar el terrible golpe de la pandemia. Esto fue en todo el mundo, fue algo que afectó a todas las provincias, por lo que el Jefe de Estado tuvo que hacerse cargo de muchísimas cosas, dejando pendientes muchas otras. De esta pandemia que nos toca vivir, tenemos que seguir trabajando porque hay que continuar cuidándonos, pero creo que el Gobierno Nacional trabajó muy bien tratando de proteger a todos los sectores”.
UN ROL CLAVE
Lo cierto es que desde la crisis del 2001, el Estado ha multiplicado y diversificado los subsidios a la par que crecía la pobreza, que está por encima del 40%. Entre ellos están los planes Potenciar trabajo, un aporte estatal de casi 15.000 pesos (142 dólares al cambio oficial) entregado a cerca de un millón de personas que trabajan en cooperativas de reciclado, tareas de cuidado, producción de alimentos e industria textil.
Así pasan de ser de ser organizaciones de desocupados a organizaciones que logran desenvolverse en la arena sindical casi tradicional, con el ministerio de Trabajo, se mueven en el ámbito legislativo y ni hablar en las escalas locales; generando sus propios candidatos, referentes que tienen llegada al electorado y pueden poner en un eje central las preocupaciones territoriales.
Durante la presidencia de
Mauricio Macri (2015-2019), ejercieron una dura oposición desde las calles. A poco más de medio año de su asunción, en el día del santo patrono del trabajo, San Cayetano, movilizaron a más de 100.000 personas para reclamar “Tierra, techo y trabajo” al nuevo presidente. En diciembre de 2017, los alrededores del Congreso se convirtieron en escenario de una protesta contra una impopular reforma de pensiones impulsada por el Gobierno macrista. Los legisladores se vieron obligados a aplazar la sesión debido al enfrentamiento entre manifestantes y policías fuera del recinto. Esto no deja lugar a dudas de la importancia que adquiere tomar en cuenta la “voz” en primera persona de los habitantes y protagonistas de los sectores populares.
TRABAJO Y MOVIMIENTOS SOCIALES
Es así que todos coinciden – en línea con el proyecto del Gobierno - en que es necesario tender un “puente” entre los planes sociales, las economías populares, el trabajo cooperativo, y el empleo formal para convertir todo aquello en puestos efectivos de trabajo.
En esta línea se expresó el ex ministro de Desarrollo Social y diputado electo
Daniel Arroyo, quien proyecta – teniendo en cuenta que el Congreso tendrá un rol protagónico - alcanzar con una serie de proyectos a los tres grupos de factores en que podría analizarse la pobreza.
“Los que tienen trabajo formal y no les alcanza nada igual; los que tienen trabajo informal, integrado, que siempre vivieron de su propia actividad y no sabían de la existencia del Estado, o del ministerio de Desarrollo Social; y por último la pobreza estructural, que hereda generaciones de pobreza”, sintetizó el ex funcionario a cargo del área social.
“FUI EL MINISTRO DE LA PANDEMIA”
Arroyo dialogó con
Política Argentina y habló desde su lugar como “ministro de la pandemia”, al manifestar que en los últimos dos años “
la tarea de la política social ha sido sostener la paz social".
"He sido el ministro de la pandemia, me guié mucho por lo que pasó en América Latina, hubo muchos problemas en toda la región y hemos logrado mantener la paz social con toda la problemática que hubo en términos de pérdida económica, de puestos de trabajo. Eso tuvo que ver por un lado de un conjunto de políticas del Estado, gracias a la Tarjeta alimentar que salió antes de la pandemia o los programas de creación de trabajo, como Potenciar Trabajo o la urbanización de los barrios, pero más allá de eso el rol de los movimientos sociales y de la red social en general, ahora en esta etapa viene el debate de la reconstrucción que tiene que ver con la creación de puestos de trabajo”, explicó.
De esta forma, el diputado apresto a ocupar su banca por el Frente de Todos se refirió a lo que fueron las elecciones legislativas y si bien reconoció un “reclamo” por parte del electorado que se expresó en las urnas con un “no me alcanza”, remarcó que “el acuse de recibo con el movimiento más territorial, los cambios en el Gabinete de ministros, las medidas apuntando a mejorar la situación económica y la apertura de actividad hicieron la diferencia” tras las PASO.
Y añadió:
“Creo que el llamado de atención y el Gobierno reconociendo eso, mejoró el resultado, además pienso que en los barrios hay un reflejo de los cuatro años anteriores y si bien llaman la atención al Gobierno por lo que está faltando, hay un temor a que vuelva lo que gobernó los últimos cuatro años”.
Así, coincidentemente con algunos de los referentes sociales, Arroyo marcó
tres problemáticas centrales que preocupan al gobierno y en particular a él como futuro legislador: el precio de los alimentos, el endeudamiento de las familias y la Educación en general, pero la escuela en particular como “institución ordenadora de la vida comunitaria".
“Hay que avanzar en transformar planes sociales en trabajo para concretar la idea de que alguien que trabaja pueda pasar a tener trabajo en blanco, y que las empresas también puedan tener una reducción impositiva para poder contratar, y mantener esos puestos de trabajo, fortalecer ese puente entre planes y puestos de trabajo proyectando en los rubros como la construcción, el trabajo textil, producción de alimentos, cuidado de personas y el reciclado”, precisó.
En el mismo sentido, señaló que "hay que buscar crear un sistema de créditos no bancarios, con fondos públicos y privados apuntando a las personas que trabajan pero no tienen un recibo de sueldo, para alcanzar a muchos esquemas que desendeuden a las familias".
"Y por otro lado una reforma de la escuela secundaria, más moderna, más tecnológica, con un sistema dual que permita que los jóvenes aprendan a estudiar y aprender oficios”, expresó en nota con este medio.
LOS RECLAMOS: SALARIO UNIVERSAL
Es que de esta manera se puede hallar un punto de encuentro entre los planes del proyecto del Gobierno Nacional de cara a “la nueva normalidad” y el reclamo que tienden los sectores de las organizaciones y movimientos sociales. Tal es así que al ser abordados por este portal, tanto la diputada electa Natalia Zaracho como el padre Olveira marcaron la necesidad de dar respuesta a la informalidad laboral con un salario universal básico
.
“Mas de 6 millones de personas no tienen un ingreso fijo y por eso necesitamos un salario básico universal que complemente y contenga a esa población que no tiene un ingreso fijo. Queremos discutir que se garantice que mínimamente que la gente no caiga en la indigencia y que tenemos que recuperar la posibilidad de planificar a largo plazo”, expresó Zaracho.
Por su parte, si bien reconoció la presencia del Estado en los barrios a comparación de los años anteriores, Olveira señaló que “siempre van a quedar muchos fuera de la posibilidad de un empleo formal, porque también se excluye por la ropa, por el lugar donde alguien vive, y siempre van a seguir haciendo falta los planes sociales y la ayuda del Estado para el que queda afuera del mercado laboral formal".
"Por eso siempre va a seguir haciendo falta el sueldo básico universal, porque no importa dónde nacés, tenés derecho a vivir con dignidad, a eso hay que apuntar”, sostuvo.
EL ROL DE LA OPOSICIÓN
Mientras tanto, entre algunas de las cuestiones que vino a desnudar la pandemia, una cuestión de alta visibilidad fue el lugar ocupa el principal espacio opositor a la gestión del Gobierno. En este caso si bien la coalición oficialista insistió en mostrar voluntad de diálogo y consenso, sobre todo desde el inicio de la pandemia, aparecieron las diferencias ante el acercamiento de las campañas electorales y comenzaron las discrepancias y especulaciones en las medidas y formas de gestionar la crisis sanitaria, económica y social.
Hoy al sector político que representa Juntos por el Cambio le toca un rol opositor en el centro de la escena (excepto en CABA y las provincias donde ese espacio gestiona), algo que en cualquier democracia es necesario para impulsar diversidad y pluralidad en los debates.
En este marco, PA consultó al referente social, dirigente de la Coalición Cívica y diputado nacional por Juntos Por el Cambio
Héctor "Toty" Flores, quien se mostró crítico al hablar de “desmanejo y abandono” por parte del Gobierno en la pandemia.
“Fueron necesidades económicas más profundas aún que en el 2001 las que aparecieron. En La Matanza volvió el trueque y vi cómo la gente cambiaba sus herramientas de trabajo por comida", ejemplificó Flores.
Empero, curiosamente el dirigente opositor tuvo un punto de encuentro en el debate en torno al rol de los movimientos sociales y una propuesta que hoy canaliza el oficialismo:
“Hoy hay una tendencia a hablar sobre la necesidad de convertir los planes sociales en trabajo genuino. Me alegra que así sea porque es lo que venimos manifestando hace décadas, desde cuando con otros compañeros desocupados rechazamos los planes sociales allá por el 2001. También presenté una propuesta en este sentido en la Cámara de Diputados, basada en la experiencia de la Cooperativa La Juanita”.
POSTPANDEMIA
Es así que con diferencias y coincidencias los diferentes sectores que conforman los barrios populares, la economía popular, las organizaciones sociales y el oficialismo, miran hacia el escenario postpandémico resaltando la urgencia de la falta de trabajo y de un acceso a un ingreso fijo por parte de las familias: la descentralización de las grandes ciudades, el desarrollo integral para los barrios populares, el acceso a los alimentos y el desendeudamiento de las familias, el rol de un empresariado nacional que apueste a la riqueza del país, la creación de puestos de trabajo formal y el acceso a un salario básico universal, son algunas de las preocupaciones que se ubican en lugares prioritarios de la agenda que le depara al Gobierno en la segunda mitad de su mandato.
Aunque el escenario que deja la cuestión sanitaria con el surgimiento de nuevas variantes del Covid apareciendo en el mundo genera incertidumbre y preocupación a la hora de proyectar lo que viene, está claro que lo próximo tanto en la agenda social, como en la agenda política, está ubicado en el punto de encuentro de ambas y tiene que ver con aquello a lo que se dará prioridad.
Y pese a que pueda no estar claro el orden de esa lista de menesteres, en principio lo que dejan claro las diferencias y coincidencias de los y las referentes del territorio es que hay que deconstruir y desandar las agendas, que no hay que hablar más de “la pobreza”, sino tratar de encontrar “la riqueza” y ver dónde está concentrada: porque mientras aumenta la producción, la productividad y el nivel económico, hay quienes se llevan el beneficio de ese crecimiento económico y esas personas no están precisamente en estos sectores. Para reconstruir y reponer una agenda que construya de abajo hacia arriba, el rol de los movimientos sociales, claro está, será clave para caminar hacia adelante.