Celulosa Argentina, la histórica empresa papelera con más de un siglo de trayectoria, profundizó su crisis financiera al paralizar sus dos principales plantas de producción, ubicadas en Zárate (Provincia de Buenos Aires) y Capitán Bermúdez (Santa Fe). La firma informó a la Comisión Nacional de Valores que sólo mantiene “tareas de mantenimiento menor” con personal que no está de vacaciones, ante el “marcado deterioro del capital de trabajo”.
La compañía, controlada por Tapebicuá Investment —del empresario José Urtubey—, acumula una deuda cercana a los US$130 millones y enfrenta desde abril una caída superior al 30% en sus ventas internas, junto con un fuerte incremento de sus costos fijos en dólares. La situación ya impacta en el pago de salarios y compromisos financieros de corto plazo.
Celulosa busca de manera urgente un socio o inversor que le inyecte capital fresco para evitar la quiebra y garantizar su continuidad operativa. Mientras tanto, continúa negociando con acreedores una propuesta de reestructuración que incluye la postergación de pagos por dos años, intereses reducidos y la posibilidad de avanzar con un Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE).
En julio, uno de los principales acreedores demandó a la empresa por quiebra. Como antecedente, en septiembre de 2024 Celulosa ya había cerrado su aserradero en Corrientes con despidos. Ahora, la crisis vuelve a poner en alerta a cientos de trabajadores y proveedores vinculados a una de las pocas empresas del rubro con integración forestal y productiva nacional.