La actividad económica habría entrado en una fase de enfriamiento desde julio, golpeada por la fuerte suba del dólar y la inestabilidad de las tasas en pesos. Los primeros relevamientos sectoriales muestran caídas en la construcción, la producción automotriz y las ventas mayoristas, con retrocesos que en algunos casos superan el 10% en dos meses. Aunque el Gobierno intenta presentar el retroceso como “momentáneo y parcial”, las cifras revelan un freno más profundo de lo esperado.
Con datos oficiales solo hasta mayo, que ya mostraban una baja de 0,1% mensual en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), las consultoras privadas no coinciden en la magnitud de la desaceleración, pero sí en la tendencia. Algunas estimaciones señalan que en junio hubo un leve repunte, mientras que en julio se sintió de lleno el impacto de la inestabilidad financiera. En ese marco, el Índice Construya cayó 0,47% desestacionalizado, los despachos de cemento retrocedieron hasta 2,4% y la producción automotriz se desplomó más de 12% mensual.
La falta de liquidez en el sistema financiero agudiza el panorama. La salida de las LEFIs a la que algunos analistas consideran desprolija, obligó al Banco Central a subir encajes bancarios y endurecer el acceso a pesos para contener la presión cambiaria. El nuevo encaje mínimo del 40% para depósitos a la vista y plazos fijos con cancelación anticipada, que también alcanza a fondos de money market y cauciones, encarece aún más el crédito y limita el margen de maniobra de los bancos.
En este contexto, las tasas de interés escalan a niveles récord. En el mercado, algunos plazos fijos ya pagan hasta un 40% anual, muy por encima de la inflación estimada, en una dinámica derivada de la escasez de liquidez. La suba de encajes, sumada a licitaciones quincenales del Tesoro que absorben pesos del mercado, intensifica la competencia entre entidades para captar fondos, elevando el costo del dinero y alejando cualquier expectativa de reactivación sólida.
Los analistas financieros advierten que la curva de tasas en pesos podría mantenerse alta y volátil al menos hasta después de las elecciones. La combinación de menos pesos circulando, encajes más exigentes y un Banco Central que se corre de la regulación directa de tasas deja el terreno fértil para que la remuneración por el ahorro y el financiamiento se mantenga en máximos históricos.
Hacia fin de año, las proyecciones apuntan a un crecimiento dispar entre sectores, impulsado más por el “arrastre estadístico” de la recuperación previa que por un nuevo impulso real de la economía. Hasta ahora, los datos arrojan una industria en retroceso, un consumo privado que se modera y un mercado financiero que se endurece.