La política exterior del gobierno de Javier Milei volvió a mostrar esta semana un giro abrupto y regresivo. En la Asamblea General de la ONU, Argentina se ubicó otra vez en los márgenes de la comunidad internacional al votar en contra de una resolución destinada a condenar y prevenir la tortura. Solo Estados Unidos e Israel acompañaron esa posición, un viraje que derrumbó décadas de construcción democrática en materia de derechos humanos y dejó al país asociado a un bloque que prioriza alineamientos geopolíticos sobre principios humanitarios.
Mientras tanto, en el plano regional, las señales resultaron igual de preocupantes. Según trascendidos diplomáticos, Argentina –en conjunto con Paraguay– estaría boicoteando la realización de la cumbre del Mercosur prevista en Brasil para el 20 de diciembre. El argumento formal es la modificación de la fecha original, pero en el trasfondo se observa la intención de evitar que el presidente Lula da Silva capitalice la posible aprobación en Bruselas del acuerdo Mercosur–Unión Europea, el mayor tratado de libre comercio del planeta.
De acuerdo a una nota de Cenital, el movimiento carece de lógica económica. El entendimiento con la UE contiene reducciones tarifarias profundas y un horizonte de integración comercial que supera ampliamente acuerdos anteriores, incluso el firmado durante la administración Trump. Sin embargo, para el oficialismo pesa más la pelea ideológica que los beneficios concretos: la Unión Europea aparece caricaturizada como un “centro global del socialismo woke”, y el Mercosur como un obstáculo a destruir antes que como una plataforma de inserción internacional.
De ese modo, Milei profundiza la paradoja de su propio discurso aperturista. Aunque promueve la eliminación de trabas al comercio y la integración con el mundo, su gobierno rechaza un acuerdo histórico que ampliaría mercados y fortalecería la posición regional. En nombre de un ideologismo extremo, también es posible enojarse con la apertura, incluso cuando esa apertura podría beneficiar a millones de argentinos.