12.04.2016 / Opinión

Transporte PRO: en vías a descarrillar

El aumento en las tarifas del transporte ha sido un duro golpe al bolsillo de los argentinos.

por Federico Conditi




Esclarecedor. El reciente aumento de un 100 por ciento en las tarifas del transporte público de pasajeros que entró en vigencia a partir del viernes 8 de abril, desenmascaran el pensamiento del ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich: la rentabilidad empresarial está por encima de la calidad de los servicios y el bolsillo de los usuarios.

Esto es preocupante y debe encender las alarmas,  ya que en los meses que lleva de gestión, Dietrich ha confirmado las sospechas que generaba su mandato a cargo del área de transporte en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: que no es prioridad que el transporte público sea inclusivo para quienes tienen menos recursos y que desprecian cualquier otro medio que no sea el transporte automotor. ¿La intermodalidad? No existe.

Cierre de servicios ferroviarios, freno a la expansión del subte, junto al fomento del colectivo y el camión como únicos modelos viables son la marca registrada del pensamiento Pro. Es cierto que la tarifa del transporte público en el  Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se encuentra por debajo de los valores que se manejan en la mayoría de las ciudades del país. Ahora bien, si se compara el costo de vida en la capital argentina respecto del resto de las provincias y ciudades, se comprobará que Buenos Aires no sólo es la urbe más cara de nuestro país, sino una de las más costosas del mundo. Por lo tanto, estas medidas afectarán, como pocas, al bolsillo de los sectores medios y medios–bajos que habitan el AMBA.

Durante la última década el mundo vive un nuevo paradigma: la población que habita en ciudades superó a la de las zonas rurales. Aquí la relación es de más de 9 a 1. Por cada 9 personas en la ciudad hay 1 en zonas rurales. Por eso en los principales centros urbanos es importante avanzar hacia medios guiados que mejoren de manera sustancial los índices medioambientales y la calidad de viaje de las personas, en lugar de seguir con unidades que utilizan combustibles fósiles.

El aumento de Dióxido de Carbono (CO2) en la atmósfera y el incremento de la temperatura global plantean nuevos desafíos para proteger a la economía mundial al tiempo que se cuida la calidad de vida de las personas. En torno a ello giró la última cumbre ambiental en Paris a la que asistieron líderes de todo el mundo en busca de soluciones a este desafío. Nuestras ciudades no son ajenas a este proceso y mucho menos los medios que utilizamos para movernos.

Por otro lado, resulta fundamental comprender que el transporte público es una herramienta que permite hacer efectivos otros derechos como el derecho al trabajo, la educación o la salud. Por eso la movilidad -desde la perspectiva del agente que se desplaza- constituye un derecho en sí misma. En varias ciudades se han sancionado leyes en este sentido, en América Latina se destacan la ley de movilidad de Brasil y México DF.

Ha llegado la hora de dejar de pensar el transporte con una visión mercantilista, para considerarlo un derecho moderno. Para que sea una vía a una mejor calidad de vida debe incluir cada día a más argentinos y argentinas, no a menos. El desarrollo no consiste en un modelo donde cada quien posee un automóvil, sino donde los sectores medios y altos de la sociedad se movilizan en transporte público al igual que los de bajos ingresos. Ese es nuestro desafío para el futuro.

Federico Conditi
Mesa de conducción del Espacio Político Reconquista
Especialista en Transporte Público
@FedericoConditi