17.07.2020 / OPINIÓN

Argentina unida por la política de Defensa: una decisión central del presidente Alberto Fernández

El presidente de la Nación, Alberto Fernández, mediante el Decreto 571/2020, restableció la política de defensa nacional lograda por la sociedad argentina desde el regreso de la democracia. Esta decisión hizo justicia no solo con la historia reciente de nuestro país, sino también reafirmó la relevancia de la defensa en los escenarios futuros que atravesará la Argentina.

por Juan Calvo *





La sociedad argentina supo reconocer la tragedia que produjo la injerencia de las Fuerzas Armadas en el sistema político durante el Siglo XX, tutelando democracias restringidas o como protagonistas del terrorismo de Estado en las últimas dictaduras militares. Al reinstaurarse el sistema democrático en 1983, el gobierno del Dr. Alfonsín consideró como una prioridad institucional reponer a los militares en sus funciones específicas y, así, alejarlos de un rol político.

Tal es así que con el apoyo de un amplísimo consenso político en el Congreso de la Nación, la democracia argentina supo construir una estricta diferenciación entre defensa nacional y seguridad interior. Surgió un sólido acuerdo político sobre las funciones de las Fuerzas Armadas, la actuación ante posibles agresiones militares que provinieran de otros Estados, postura que se mantuvo durante tres décadas, una reconocible política de Estado. Por su parte, los militares identificaron su espacio institucional y orientaron sus funciones hacia una verdadera profesionalización de las fuerzas, aún en contextos de fuertes carencias presupuestarias y de dejadez por parte de las autoridades políticas.

Mientras tanto, el plano internacional, las potencias centrales comenzaron a desarrollar una agenda de amenazas transnacionales que instalaron como posibles peligros para los Estados. Entre ellas, el narcotráfico, el crimen organizado, el terrorismo, entre los más habituales: la receta que postulaban para combatir estos flagelos era emplear a los militares para estas tareas, que en nuestro país son propias de las fuerzas de seguridad.

Más bien, durante la presidencia del Ing. Macrise adhirió plenamente a estos postulados y, decididamente, se intentó entrenar a las Fuerzas Armadas para luchar contra el crimen organizado, una experiencia terriblemente negativa en otros países del mundo.Nada menos, se corría el riesgo de perder años de una doctrina militar que considera a la Argentina como el octavo estado más extenso del mundo, pleno de recursos naturales, productivos y económicos y con una población escasa, y una estrategia defensiva activa para el país.

Sin embargo, esto se revirtió con la decisiva acción del Presidente de la Nación, una decisión política consecuente con la mirada de consenso que pregona el primer mandatario. De igual modo, y fundamentalmente, producto de su firme concepción sobre las tendencias y los riesgos que asolan el futuro.

Una de las tendencias más relevantes reconoce que la humanidad enfrenta desafíos que,de manera decidida, podrían determinar la evolución de los pueblos, y no únicamente la amenaza pandémica producto del COVID19 que vivimos este año. La competencia económica y tecnológica que se advierte entre las grandes potencias del mundo, generan una situación de inestabilidad política que afecta a países como el nuestro. Una dimensión de esta pugna es la disputa desenfrenada por el control de reservas de recursos naturales –alimentos, agua dulce, tierras fértiles, minerales, hidrocarburos, entre otros-, como de los espacios estratégicos terrestres y marítimos que los poseen. Puede arriesgarse, en consecuencia, que en el futuro próximo puedan surgir conflictos estatales por el acceso y el control de los recursos y sus vías de abastecimiento y transporte.

La República Argentina es, en este sentido, un estado con áreas estratégicascomo la Cuenca del Plata, la Patagonia, el Atlántico Sur y la Antártida argentina,espacios donde se encuentran recursos naturales, se los explota y transporta hacia los distintos mercados externos. Sin embargo, también sucede que una parte considerable de nuestro territorio se encuentra vulnerable a la predación y la explotación ilegal, como también poseemos parte de nuestro territorio ocupado por una potencia extranjera en el archipiélago de Malvinas.Esta situación observanel Presidente de la NaciónAlberto Fernández y su Ministro de Defensa Agustín Rossi cuando piensan en la Argentina que viene.

Por tanto, es absolutamente válido como necesario que la política de defensa se circunscriba al desafío de preservar la soberanía nacional y la integridad territorial, frente a la posible agresión que pudiera provenir de fuerzas militares de otros estados, ambiciosos de asegurarse de recursos naturales y territorios. La decisión del presidente es clara y precisa en este sentido.

En los más de treinta años de democracia, la sociedad argentina recuperó su vínculo histórico con las Fuerzas Armadas y, de la misma forma, los militares reconocieron su trascendenteespacio institucional en el Estado argentino. Estas épocas de singular desolación generadas por la pandemia, encontramos a soldados, suboficiales y oficiales, hombres y mujeres, y su conducción militar y civil, colaborando cuerpo a cuerpo en ayudar a los argentinos, abocados a salir de esta emergencia de la mejor manera posible.

Cuando la emergencia pase y sea parte de una experiencia nacional de encuentro, solidaridad y camaradería, allí estará el mandato presidencial de pensar y realizar una política de defensa argentina para cuidar las riquezas y el territorio del que todos somos parte.

*Asesor en el Ministerio de Defensa de la Nación.