13.08.2020 / La causa seguirá su rumbo

Murió Nardelli, CEO de Vicentin y uno de los máximos responsables del desfalco de la empresa

A los 59 años sufrió un infarto en su domicilio en medio de las investigaciones por los préstamos recibidos de parte del Banco Nación y la quiebra de la empresa que el Estado no pudo tomar intervención. Estaba sospechado de fuga, lavado de dinero y simulación del estado financiero de la compañía.





El CEO del Grupo Vicentin, Sergio Manuel "Mono" Nardelli, murió esta noche en su vivienda de la ciudad santafesina de Reconquista a causa de un "infarto masivo", informaron fuentes empresarias. Nardelli, de 59 años, falleció mientras tomaba una ducha en su casa de calle Ley 1420 al 556 de Reconquista, lo consideraban el “principal responsable” de la trayectoria de Vicentin: tanto de su escalada acelerada como de su repentino derrumbe.

El 8 de junio el gobierno nacional dio a conocer el DNU por el cual disponía la intervención de Vicentin SAIC y anunciaba, por boca del presidente de la Nación, su futura expropiación. La intervención no pudo asumir al día siguiente, martes 9, porque los directivos de Vicentin se lo impidieron en la sede de la empresa, en la ciudad de Avellaneda, en el norte de la provincia de Santa Fe. Un día después, el miércoles 10, Sergio Nardelli era recibido en la Quinta de Olivos por Alberto Fernández.

El Mono Nardelli traía, prácticamente, un pliego de condiciones en la cabeza. Eran las exigencias que pretendió establecer para “encontrarle una salida” al conflicto Vicentin. Básicamente, consistía en permitir la participación del Estado en la gestión, pero no el desplazamiento del directorio que representaba a los accionistas, ni quitarles el manejo operativo.

Además, reclamaba “ser parte” del futuro de la compañía, así ésta se convirtiera en una sociedad mixta con intregrantes diversos. No hubo acuerdo. Al día siguiente, jueves 11, la intervención federal domicido instalarse en la planta pero el Mono Nardelli no cedió el control real. Lo siguió ejerciendo a través de los gerentes que le respondían, pero principalmente, por el accionar del juez de la convocatoria, Fabian Lorenzini, que manejó los tiempos y las decisiones principales en la causa al gusto de Nardelli.

Nardelli seguía siendo El Jefe, pero ni él ni los suyos podían responder por el súbito cambio de situación de la empresa, que al 31 de julio presentó un estado de situación económico financiera impecable, a la vista de los bancos acreedores del exterior, y que apenas cuatro meses después se declaraba en “estrés financiero” y preanunciaba su presentación en convocatoria de acreedores (lo hizo efectivo en febrero de 2020).

Nardelli, el Jefe, el cerebro de la organización, ya no pudo dar explicaciones ni ante acreedores ni ante su propia familia, que empezó a exigirle justificaciones por la debacle y por qué la empresa pasaba, de repente, a ser centro de denuncias y sospechas múltiples.

En la última semana, los trabajadores de Algodonera Avellaneda decidieron salir a manifestar a las calles su bronca. El miércoles se concentraron frente al domicido lio de Alberto Padoan, quien fuera “el 2” de Sergio Nardelli. A este último lo interceptaron de forma casual en la plaza, en ropa deportiva y haciendo footing, cuando un grupo de trabajadores ya se retirabade la concentración.

Le reclamaron, lo insultaron, lo filmaron y luego publicaron el video con la foto del Mono y la inscripción: “¿Quién hizo mierda todo? Papá”. Sus dos manos, apoyadas sobre su pecho en la foto, como diciendo “Yo”. La foto había sido obtenida en un acto de Juntos por el Cambio, en la última campaña.

El Mono Nardelli soportaba todo estoico, dicen. Los insultos, las pulseadas que iba perdiendo. El derrumbe inevitable, salvando lo que pudo mediante transferencias al exterior y pase de manos de empresas satélite. Lo que no pudo contener, dicen allegados suyos, fue el reclamo del clan familiar, los otros accionistas, sus socios, sus parientes, que lo señalaron como el gran responsable de la derrota. En cambio su hermano Gustavo, director del puerto de la compañía, seguía en Rosario, cada tanto paseando en yate burlándose de la cuarentena.