
El libertario que además es diputado nacional,
Javier Milei, fue consultado en un programa televisivo sobre su posición ante la iniciativa de “
alcohol cero al conducir” y además de oponerse, agregó que “cercenaría la libertad de los individuos”.
“Si me lo preguntan yo no tomo alcohol, pero debería evaluar todos los elementos porque el problema no es si tomás o no alcohol, es si te hacés cargo o no de los gastos que generás”, indicó. Al tiempo que expresó que “cercenar la libertad de los individuos siempre está mal, pero si vos te vas a emborrachar después te tenés que hacer cargo de los costos que generás”. Y comparó que “la ley seca no terminó bien porque la tuvieron que abolir”
La tasa de mortalidad en argentina por accidentes viales sigue siendo tan alta, que 20 personas por día han perecido en promedio de los últimos 25 años. Y si bien las campañas de Educación Vial han permitido que esa cifra baje levemente en los últimos dos años, llegando a 19 por día en 2019 y a 14 en 2020, la reducción del año pasado fue debida a la baja de la movilidad provocada por la pandemia de COVID-19, y no porque la situación haya mostrado una evolución favorable. Lamentablemente, la mayor parte de esos accidentes son provocados por excesos de velocidad y por conducir bajo el efecto de alcohol.
Municipios, provincias, el propio gobierno nacional y diversas ONG y Asociaciones Civiles, promueven la “tolerancia cero” en la medición de la alcoholemia de los conductores de cualquier tipo de vehículo.
Hasta ahora, según informó la ANSV (Agencia Nacional de Seguridad Vial) el “alcohol cero” rige en ocho provincias: Córdoba, Salta, Tucumán, Entre Ríos, Jujuy, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. También en las ciudades de Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Pueblo Esther, Neuquén, Ushuaia, Río Grande, Posadas, El Bolsón, General Rodríguez, Rada Tilly, Moreno y Tigre.
Salvo en los lugares mencionados, en todo el resto del territorio nacional, para vehículos particulares no es infracción conducir con hasta 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, y para los motociclistas con un tope de 0,2 gramos. El problema es que esa tolerancia es difícil de regular o medir. Cuando una persona toma un vaso o una copa de una bebida alcohólica, no tiene a disposición un medidor de gramos de alcohol que se depositan en el torrente sanguíneo al alcance de la mano. Entonces queda en la consciencia individual asignar o no, la responsabilidad de manejar a otra persona que no haya ingerido alcohol.