La historia económica de Argentina es una trama compleja de medidas y estrategias que han tenido impactos diversos en la vida financiera del país. En este contexto, el "Plan Bonex", considerado para muchos como una polémica estrategia implementada en 1989 durante el gobierno de Carlos Menem, resurgió en el marco post-PASO como un punto central de discusión en la actual campaña presidencial, siendo el candidato libertario Javier Milei quien ha puesto el tema sobre la mesa.
"Milei lo que dijo es que si es Presidente habrá un Plan Bonex", advirtió el tigrense sobre la propuesta de dolarización de su rival de La Libertad Avanza. A los ojos de Massa, la dolarización propiciada por el candidato opositor incluye darle bonos a los ahorristas, como ocurrió en 1989.
El Plan Bonex fue un audaz intento de lidiar con la hiperinflación que afectaba al país. En ese momento, la devaluación del 40% y la constante inflación mantenían una tensión palpable en el mercado cambiario, ejerciendo presión sobre los salarios y el poder adquisitivo de los ciudadanos. La medida, llevada adelante por el entonces ministro de Economía Antonio Erman González, consistió en canjear depósitos a plazo fijo por títulos públicos bajo legislación extranjera, conocidos como "Bonex 89".
Esta estrategia provocó diversas consecuencias que aún resuenan en la memoria económica de Argentina. Los depósitos a plazo fijo estaban siendo pactados con tasas del 400%, lo que reflejaba la desesperación por proteger el valor de los ahorros en medio de la inestabilidad. El canje compulsivo de los plazos fijos superiores al millón de australes por los Bonex 89 bajo legislación extranjera generó un impacto importante en la base monetaria, con una confiscación que alcanzó el 60% de la misma. Esta medida, aunque logró contener en cierta medida la hiperinflación al reducir la demanda de bienes y servicios, también sumió a la economía en una profunda recesión debido a la caída de la liquidez.