26.09.2023 / Educación pública

"Otra perspectiva de vida": el impacto de las universidades del conurbano y su cercanía en el territorio

En un contexto en el que se cuestiona el rol de la universidad pública, testimonios de una de las últimas en abrir sus puertas en el conurbano, la UNaB, exhiben no sólo su aporte académico sino también la importancia de la cercanía para la inserción laboral y las "perspectivas de vida".




“Cuando empecé mi carrera acá, de verdad, no tenía ni para comer, pero quería ser alguien en la vida, quería ser profesional, y fue que dije ´No me importa: iré caminando a estudiar`”. Yamila Vargas ahora tiene 30 años, acaba de recibirse en la Tecnicatura en Gestión de las Organizaciones en la Universidad Nacional Guillermo Brown (UNaB) y tiene una hermana de 25 años que ya tomó su ejemplo y comenzó allí la carrera de Diseño y Desarrollo de Producto: “La universidad no sirve sólo para capacitarte –asegura–: te da otra perspectiva de vida, te convierte en otra persona”.

Cuando la universidad pública aparece en la comunidad cambia las historias de vida, en una muestra clara de que la educación superior es mucho más que sólo un servicio. La frase que se acaba de leer no es opinión subjetiva, en tanto antes y después el concepto está rodeado de testimonios que le dan objetividad de sobra, la que proviene de fuentes con nombre, apellido e historias de vida. 

Que los protagonistas hablen y cuentes sus historias con la universidad pública sucede en un contexto que no es cualquier contexto. Hay elecciones y el candidato presidencial más votado en las PASO, Javier Milei, propone modificar el sistema universitario público y gratuito por uno de vouchers que "financian la demanda". Sin precisiones por parte del economista liberal, la fuente más cerca es el país de la región que lo aplica, Chile, donde el subsidio que aporta el Estado no alcanza a pagar las cuotas mensuales. Los sectores de mayores ingresos completan con el dinero de su bolsillo. Los de menores recursos se endeudan o no estudian. 

Yamila es de Rafael Calzada y apenas terminó la secundaria se convirtió en la primera estudiante universitaria de su familia, pero la lejanía territorial –varios kilómetros diarios por diferentes medios– y las obligaciones laborales terminaron por frustrar esa primera experiencia, que sólo recobró vida cuando la posibilidad de estudiar se le acercó geográficamente.



La flamante UNaB, que inició su actividad académica en 2019, llegaba además con una oferta atractiva para la población trabajadora, como sucede en general con universidades del conurbano bonaerense como la UNLZ, la UNQ o la Arturo Jauretche (Florencio Varela), entre otras.

“La profesión de acompañante terapéutico tiene muchísima demanda en la comunidad y actividad creciente; hay mucho por hacer en cuanto a la regulación y la jerarquización del oficio, por eso es importante que haya un espacio de formación universitaria para contribuir a la evolución de este campo profesional”, explica María Alejandra García, recién egresada de la UNaB en esa carrera.

Acceder a una profesión ha transformado por completo el horizonte de María Alejandra, que tiene 50 años y vive en la localidad de Ministro Rivadavia: “Además de poder estudiar y tener un título, la universidad te enriquece, te hace afianzar y fortalecer tu propia identidad. Yo hoy me presento diciendo: ´Soy María, y soy acompañante terapéutico`”.




La cercanía, un factor decisivo

Leandro Macco se presenta: “Tengo 29 años y soy el primer egresado de la Tecnicatura en Diseño y Desarrollo de Producto de la UNaB”. Vive en Temperley, “justo en el límite con Almirante Brown”, y asegura que sus intentos previos en la universidad –para la carrera de Ingeniería Eléctrica, que lo obligaba a trasladarse diariamente hasta Avellaneda, totalmente a contramano de su trabajo– habían sido “más un sufrimiento que otra cosa”.

“Es espectacular el cambio que significó tener a la universidad cerca, donde además las carreras que se ofrecen tienen relación con el mercado laboral y se amalgaman perfectamente”, cuenta Leandro, que rescata “la experiencia y la interacción con los docentes”.



Claudio González, recibido en la Tecnicatura en Logística y Distribución de la UNaB, va por la Licenciatura y cuenta su experiencia: “La cercanía territorial de la universidad puede ser un factor tan importante como la gratuidad”. Fue lo que le posibilitó, cerca de los 50 años y con 30 de experiencia en el sector logístico, darle un título formal a su trayectoria (y hoy, también, ser ayudante de cátedra).

Claudio es primera generación de universitarios en su familia, pero por muy poco, porque uno de sus tres hijos espera recibirse pronto de ingeniero en otra de las universidades del conurbano. Le divierte recordar que se inició en el sector con la idea de “juntar algo para las vacaciones”.



“Llegué a ocupar cargos directivos, pero la formación académica siempre quedó como una deuda pendiente. Hasta la empresa me incentivaba, pero la agenda y la organización de mi vida decían otra cosa. Cuando mi familia se enteró de que una nueva universidad pública, cerca de casa, ofrecía carreras relacionadas con la logística, se me acabaron las excusas: fueron ellos quienes me impulsaron a estudiar”, cuenta este vecino de Rafael Calzada.


Convertir el esfuerzo en logro colectivo

El deseo de ser profesional y el esfuerzo por lograrlo son casi una constante en las familias trabajadoras del conurbano, pero es el sistema universitario público el que termina acercándose para lograr su concreción. “Hasta que la universidad apareció, yo no tenía idea de que esto pudiera ser posible”, cuenta Mónica Martínez. Ella tiene 37 años, y una historia como la de muchos otros vecinos de la localidad de Glew, con intentos fallidos en su anhelo de seguir Ciencias Económicas, y más tarde el profesorado en Educación Primaria, siempre frustrados por la lejanía y la necesidad de trabajar, y más tarde, las obligaciones familiares.

Dedicada a sus hijos y a la costura como fuente de ingresos, se enteró por las redes de que la universidad ahora estaba cerca de su casa: “Me impresionó además la variedad de carreras; yo les digo a todos: ´Acá tenés carreras para lo que te imagines`”.

Tres años después, Mónica se recibió en la Tecnicatura en Gestión de las Organizaciones en la UNaB, donde además va por la Licenciatura en Administración. Además, a través de cursos de extensión y de la Escuela de Educación Profesional de la universidad, logró también transformar su producción artesanal en un emprendimiento formal. Ser parte de la comunidad universitaria también le permitió a Mónica trabar un vínculo con el sector de la economía social local e integrar un grupo de mujeres emprendedoras.

“Fue muy difícil poder darle un lugar a mi proyecto en mi familia, pero creo que mostrarle a los hijos ese esfuerzo hace que aprendan a valorar la posibilidad de estudiar –sostiene–. Todo esto significó un gran esfuerzo, la diferencia es que esta vez fue posible llegar a la meta", relató.