La planta de Alpargatas, operada por la chaqueña Mafra desde 2017, atraviesa un momento crítico: su producción cae de 1,2 millón a 600 000 unidades de tela y delegados gremiales estiman que el volumen puede bajar a 300 000 en los próximos meses. Frente a esa sangría la firma despide a nueve trabajadores y acuerda 27 retiros voluntarios, mientras evalúa suspender la actividad entre tres y siete días, con sueldos reducidos al 75 %.
“El sector textil es el primero que sufre cuando hay crisis. Cada vez que se abren las importaciones, nos pega directo”, advierte Roberto Vandecaveye, secretario gremial de los obreros textiles de Bella Vista. Desde Ámbito detallaron que las paradas técnicas que planea la compañía impactan en salarios que promedian $900 000 y profundizan la incertidumbre sobre los 400 empleos que sostienen la comunidad correntina.
El boom importador expone la magnitud del golpe: casi 70 % de la indumentaria consumida en el país llega del exterior, según Fundación ProTejer, y las compras de ropa crecen 86 % interanual en el primer trimestre. La baja de aranceles que impulsa el Gobierno nacional abarata las prendas extranjeras apenas 2 % y amenaza con desarticular toda la cadena productiva, desde los productores de fibra hasta los confeccionistas.
“La empresa dice que no hay ventas, que abrir las importaciones nos terminó de complicar. Sentimos impotencia porque buscamos soluciones y no las encontramos”, resume Vandecaveye. En Bella Vista, la crisis textil no es un porcentaje en una planilla: se traduce en obreros sin turnos, familias con ingresos recortados y un pueblo que teme repetir cierres masivos como los de los noventa.