El éxito del streaming que están realizando los científicos del Conicet desde el Cañón submarino de Mar del Plata cruzó fronteras y llegó hasta el New York Times. En medio del feroz ajuste que está aplicando el Gobierno de Javier Milei a la ciencia argentina, sus logros siguen siendo destacados en el exterior.
El prestigioso medio estadounidense dedicó este viernes un extenso editorial que avanza sobre el frenesí que despertaron en los argentinos las imágenes de la fauna en el lecho del océano y contrapuso la avanzada libertaria que intenta ridiculizar en las redes la labor de los científicos mientras profundizan el ajuste sobre el sector.
"Parejas en Buenos Aires cancelaron sus planes del fin de semana para conectarse a la transmisión. Grupos de amigos se amontonan en los sillones y los chats familiares explotan de novedades. Pero el espectáculo —el tema de conversación en toda Argentina, con más de un millón de espectadores— no es un partido de fútbol de Lionel Messi ni un debate presidencial. Era un video en vivo de crustáceos, esponjas y pepinos de mar arrastrándose, deslizándose y simplemente holgazaneando en el cañón de Mar del Plata, frente a la costa argentina", resalta el artículo del New York Times.
"Durante la última semana, la transmisión en vivo ha convertido un proyecto de exploración marina en una sensación de internet y a los mariscos en inesperados estandartes para quienes se oponen a las amenazas del presidente Javier Milei de recortar y privatizar la ciencia financiada por el Estado", sostienen las periodistas Emma Bubola y Lucía Cholakian Herrera.
La nota contrasta el esfuerzo del Gobierno en bajar la inflación y lograr el superávit fiscal sin importar los costos, siendo los programas de investigación parte del ajuste realizado. "Cientos de investigadores han perdido sus empleos desde entonces, y muchos otros han abandonado sus puestos e incluso el país en busca de un trabajo estable", describen en el artículo.
El artículo resalta además el hecho de que el streaming se coló en las conversaciones cotidianas y despertó la curiosidad de grandes y chicos, que incluso preguntan qué deberían estudiar para convertirse en científicos.
“Es muy atrapante”, cita el diario neoyorkino a Natalia Costanzo, "una restauradora de 45 años que vive en Buenos Aires, sobre la emisión en continuo, que ha estado viendo con su familia durante la cena" y dice: "Es como un acto de resistencia”.