01.09.2025 / Crisis habitacional

La crisis habitacional que no deja de crecer en CABA

Casi dos décadas de gestión del mismo signo político en la Ciudad han dejado una marca indeleble: un modelo urbano diseñado para unos pocos, donde la vivienda dejó de ser un derecho para transformarse en un activo financiero.

por Víctor Colombano





Casi dos décadas de gestión del mismo signo político en la Ciudad de Buenos Aires han dejado una marca indeleble: un modelo urbano diseñado para unos pocos, donde la vivienda dejó de ser un derecho para transformarse en un activo financiero.

El corazón de este modelo es el negocio inmobiliario de alto nivel, pensado para sectores de ingresos altos y grandes corporaciones. Entre 2011 y 2021 se construyeron más de 10,2 millones de metros cuadrados, pero el acceso a la vivienda no mejoró. El 60 % de lo nuevo edificado son viviendas suntuosas, concebidas más como refugio de valor que como hogares. Así, hoy hay unas 200.000 viviendas vacías, mientras miles de familias no tienen dónde vivir.

La planificación urbana quedó supeditada a la rentabilidad privada. La venta de tierras públicas, las excepciones al código urbanístico y las inversiones estatales para revalorizar zonas donde luego se instalan emprendimientos privados forman parte de la misma lógica: un Estado puesto al servicio del negocio, no de la gente.

Mientras tanto, el impacto social se agrava. Según el relevamiento oficial de noviembre de 2024, 4.049 personas viven en situación de calle, un 23,2 % más que el año anterior. De ellas, más de 1.200 duermen directamente en la vía pública. El perfil es mayoritariamente de varones de entre 19 y 59 años que sobreviven con trabajos informales como el cartoneo, changas o la venta ambulante.

La situación de los inquilinos tampoco es alentadora. El 40 % de los porteños alquila y el déficit habitacional alcanza al 17 % de la población —unas 480.000 personas—. En villas y asentamientos, más de la mitad de los hogares sufren hacinamiento severo; un 20 % no tiene cloacas y muchas viviendas están en condiciones precarias.

Otras ciudades del mundo muestran que hay alternativas: en Viena, más del 60 % de la población vive en viviendas sociales o cooperativas; en Barcelona, la ley obliga a que el 30 % de las nuevas construcciones se destine a vivienda protegida; en París, un impuesto desalienta la existencia de viviendas vacías; y en Montevideo, las cooperativas de ayuda mutua generan viviendas accesibles y gestionadas por sus propios vecinos.

Buenos Aires también puede hacerlo. La ciudad necesita un programa masivo de vivienda pública en alquiler, recuperar inmuebles ociosos, regular el precio de los alquileres y poner límites a la especulación inmobiliaria. El desafío es enorme, pero la oportunidad también: se trata de recuperar el derecho a la vivienda y devolverle a la Ciudad de Buenos Aires su carácter de hogar, que nunca debió perder.

VICTOR COLOMBANO
Congresal Nacional y Metropolitano PJ
Dirigente del NEP