La conducción de la CGT activó una mesa política con legisladores sindicales y gobernadores afines para consolidar un bloque que enfrente en el Congreso la reforma laboral del Gobierno, bajo la advertencia de que no aceptará retrocesos de derechos, pero con predisposición para discutir cambios en el régimen “con propuestas concretas y productivas que favorezcan la creación de empleo formal”.
Mientras el Ejecutivo intenta aumentar su representación en el órgano legislativo, la central avanza en una contrapropuesta propia que intenta disputar la noción de “modernización” planteada por Milei, centrada en regular nuevas actividades como el trabajo en plataformas, ordenar el impacto tecnológico y promover una “transición justa” que garantice empleo formal. En esa línea, rechazan con énfasis las figuras de bancos de horas, jornadas de 12 horas y salarios dinámicos.
Una de las primeras medidas de la cúpula renovada fue impulsar una reunión con los diputados de extracción sindical, Sergio Palazzo, Vanesa Siley, Hugo Yasky, Mario Manrique y Hugo Moyano hijo, con objeto de delinear una estrategia legislativa que no se limite al rechazo y que sostenga la defensa de los convenios colectivos, actualizados “permanentemente” en ramas como la metalúrgica, la automotriz o la construcción.
“Es querer volver a la década infame”, destacó Hugo Yasky, al cuestionar que la iniciativa oficial pretenda instalar como modernización un esquema que recrearía condiciones laborales previas al peronismo, con los convenios colectivos en juego.
El armado político incluye también contactos con gobernadores peronistas y con sectores empresarios, en especial pymes. Al margen de los consensos que intenta llevar adelante, ante la ausencia de una convocatoria formal del Gobierno la CGT "no se descartan medidas de fuerza".