29.03.2019 / Opinión

Educación, campaña y comunicación política

Los años de campaña son siempre peculiares, sobre todo éste, en el que se define el Ejecutivo.

por Matías Segreti



A partir de la evolución de las estrategias de comunicación, los gobiernos suelen desarrollar sus políticas con soportes comunicacionales, que de manera constante, intentan persuadir, retener y convencer de sus propuestas a los ciudadanos, incluso por fuera del calendario electoral.

Como señala Gonzalo Arias, “el vínculo permanente y fundamental entre la política y la comunicación se remonta a los orígenes de la democracia en Atenas, pero tenemos la certeza también de que se trata de un vínculo que se actualiza día a día a la luz de los avances tecnológicos y las transformaciones sociales y culturales”.

La construcción de poder, se encuentra ligada a la posibilidad de enunciar un relato que resulte creíble, a través de varias estrategias, pero sobre todo la emotividad.

El objetivo es la construcción de un mito que cohesione, que de un marco a los ciudadanos, en torno a ciertos objetivos que marquen un horizonte. La llegada de la alianza Cambiemita al poder, puede ser explicado, en parte, por la posibilidad de conseguir este propósito durante la campaña presidencial de hace cuatro años.

Sin embargo, es la política la que tiene y debe brindar respuestas concretas a las expectativas de la ciudadanía.

La campaña en educación, probablemente gire sobre varias dimensiones problemáticas: calidad, evaluación, laicidad, educación sexual integral, salarios docentes, condiciones de trabajo.

La realidad salarial de los docentes argentinos es la siguiente: el salario anual con diez años de antigüedad, se encuentra entre los más bajos de los casi 40 países considerados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y por lo tanto entre los más bajos del mundo.  Aún con un buen cierre de la paritaria, el valor adquisitivo del salario seguirá siendo exiguo en comparación con otras partes del mundo.

La pérdida de poder adquisitivo, el derrumbe de la contención social de miles de familias argentinas, la caída del empleo, el deterioro de las condiciones de trabajo de la docencia, son datos objetivos que los y las docentes conocen y perciben.

Candidatos y fuerzas políticas han empezado a transitar la campaña política en la dimensión educativa. Un ejemplo es lo que ha salido a comunicar el Gobierno de la Ciudad, planteando la construcción de 54 escuelas nuevas.  Con respecto a esto, las fuerzas de oposición han salido a mostrar que este anuncio se trata exclusivamente de marketing electoral.

La desatención en infraestructura escolar, la falta de vacantes, las raciones insuficientes de comida, la sobrecarga de trabajo administrativo por encima del pedagógico, la reducción progresiva del presupuesto educativo, el reemplazo de acciones que antes realizaba el estado por fundaciones privadas son los elementos más visibles de un objetivo que explicita el deterioro de la escuela pública. Sobre estos puntos de denuncia probablemente se estructure parte de la  campaña de las fuerzas opositoras.

Sin embargo, el debate centrado en la gestión de la escuela pública no alcanza para cautivar, persuadir e intentar incorporar nuevos actores que incrementen el volumen de adhesiones y votos.

En la Ciudad de Buenos Aires el sistema educativo es público y se divide en gestión privada y estatal. De acuerdo a datos oficiales,  los estudiantes se reparten casi igualitariamente entre las dos gestiones. Por lo tanto, si las propuestas de campaña sólo se centran en la dimensión de la gestión estatal, "la escuela pública", un sector importante, (la mitad), de la ciudadanía no se sentirá interpelado en términos de la cotidianeidad y el sentido de organización de su vida.

Hay cosas interesantes para decir sobre la calidad educativa en las escuelas privadas, el desarrollo de la Educación Sexual Integral, el trabajo educativo para mejorar las convivencias escolares, la relación entre formación y mundo del trabajo, y la regulación económica de la cuota mensual, entre varias cosas.  La gestión es privada pero la escuela es pública, y la tensión entre el mercado y lo estatal siempre estará signada por el proyecto de ciudad que propone cada fuerza política.

Este año es un año electoral. Y a pesar del despliegue mediático,  cuando los flashes se apaguen, el gobierno es el que deberá dar cuenta de las demandas reales de la población, en este caso, de las preocupaciones en torno a la educación, y serán los candidatos opositores con más conocimiento de la Ciudad, los que puedan dar un debate que incorpore nuevas adhesiones a sus programas políticos.

Las estrategias de comunicación cumplen un papel vital en la persuasión de la ciudadanía, pero tarde o temprano, si la política no cumple con los deseos, anhelos, y expectativas de la población, el mito construido se derrumba.