10.10.2019 / Opinión

Los tres problemas del reperfilamiento “a la uruguaya”

Analistas advierten que, aún pateando los pagos de capital, la Argentina necesita generar dólares para seguir pagando los intereses. ¿De dónde saldrían?

por Estefanía Pozzo




Hay un diagnóstico que comparten gran parte de los analistas económicos de la Argentina: uno de los problemas del país es la escasez de dólares y el efecto que eso produce en la economía. Este mismo aspecto, advierten especialistas, es una de las luces de alerta en el plan de reperfilamiento “a la uruguaya” propuesta por Alberto Fernández hace unas semanas.

La principal preocupación de los expertos se centra en las cuentas públicas: el país tiene un alto déficit primario y también una fuerte presión de los intereses que debe pagar. Este rojo fiscal se cubre, por lo general, con más deuda o con más emisión monetaria. La pregunta que hace tambalear el plan de reperfilamiento que encaró Uruguay en 2003 es: si se estiran los vencimiento de capital y no se tocan los intereses, ¿de dónde salen los dólares para pagar los abultados vencimientos que sigue teniendo de todas formas el país?.

Un experimentado analista del mercado señala que hay tres caminos, aunque todos generan nuevos problemas.

1- Bajar el déficit primario y convertirlo en un superávit que genere los recursos necesarios para pagar los intereses. Para lograrlo, se puede focalizar en dos componentes: ajustar el gasto público, con un fuerte impacto recesivo, o subir los impuestos, que también tendría un impacto negativo en la actividad en momentos en los que la economía ya tiene demasiada presión por la recesión.

2- Que el Banco Central emita pesos para asistir Tesoro y que con ese dinero se compren los dólares que ingresan de los sectores exportadores, que a partir de las últimas regulaciones deben hacerlo de forma obligatoria en un plazo corto de tiempo. El efecto negativo es que habría un actor muy importante demandando dólares, subiría el tipo de cambio, presionaría la inflación y afectaría el poder adquisitivo, afectando también a la demanda.

3- Cubrirlo con más endeudamiento. Frente a esto hay dos alternativas: financiarse con privados o renegociar con el FMI para que siga prestándole dinero a la Argentina. En el primer caso, la hipótesis que subyace es que, al ser una negociación “amigable”, habría un shock de confianza y caería la tasa de interés (spoiler alert: ya le salió mal a Macri este juego). El problema con esta hipótesis es que no hay apetito de los bonistas para seguir comprando activos argentinos. En el segundo caso (seguir yendo al Fondo), implica aumentar la dependencia y la exposición del país al FMI, que requerirá exigencias de difícil cumplimiento para el sistema político argentino por el fuerte repudio social que cosecharía (ver sino las imágenes de Ecuador).

Una observación adicional es el contexto internacional. Al momento en el que Uruguay encaró la negociación, los commodities atravesaban un boom en su cotización. Además, Argentina también atravesaba una etapa de crecimiento después de una grave crisis. Esto provocó un aumento de la recaudación uruguaya, que le permitió consolidar fuertes superávits primarios y cumplir así con los ambiciosos objetivos en los que se basó el plan sin tener que hacer un ajuste del gasto. Claramente no es el mismo contexto internacional en el que nos encontramos en 2019.

La salida, asegura el analista, implica una apuesta más compleja. En primer lugar, un programa macroeconómico que haga foco en la necesidad de generar los dólares para pagar los intereses, al mismo tiempo que encarar un reperfilamiento de la deuda y una renegociación con el Fondo Monetario Internacional.

Este análisis fue escuchado por el entorno de Alberto Fernández, ¿llegarán estas recomendaciones a los oídos del candidato de Todes?