La adaptación televisiva de **El Eternauta** trasladó la acción a los años ochenta y, con ella, desfiló un garaje de leyenda: Ford Taunus, Renault 12 Break, IKA Estanciera, Citroën Méhari, Torino y la infaltable Ford F‑100. Cada aparición reforzó la atmósfera porteña y recordó la potencia productiva de Pacheco, Santa Isabel y las plantas que forjaron la identidad automotriz argentina.
El
Taunus, salido de General Pacheco entre 1974 y 1984, lució su versión coupé SP5 y motorizaciones que treparon hasta los 133 CV, recordando la época en que Ford apostaba por segmentos medios robustos y de diseño europeo.
Junto a él rodaron la
Renault 12 Break —ícono familiar de 500 litros de baúl y caja de cinco marchas— y el liviano
Méhari, con su carrocería plástica y motor bicilíndrico de 602 cc, compañero de playa y campo que Citroën montó en la década de 1970.
La pantalla también encendió la nostalgia con la
IKA Estanciera, todoterreno rural de los sesenta, y con el
Torino, rediseñado por Pininfarina y dotado del Tornado 3.8 l que llevó la bandera nacional hasta Nürburgring. Ambos modelos subrayaron un pasado en que el Estado impulsaba la producción y el trabajo argentino.
Para cerrar,
la pick‑up Ford F‑100 —fiel aliada del campo desde 1959— recordó que la fuerza de la industria local no solo abasteció al consumidor urbano sino también a la economía rural. También apareció el Mercedes Benz 1114, muy comun en los colectivos.