08.07.2025 / CINE EN CRISIS

La gestión anti-cine de Carlos Pirovano terminó con Cine en Cárceles, la última política pública que alentaba a pensarse más allá del encierro

Más de un año después de paralizarse la industria cinematográfica nacional por la intervención del INCAA, la gestión de Carlos Pirovano oficializó el cierre del programa Cine en Cárceles, el que acercó la cultura a unidades penitenciarias de todo el país. Política Argentina dialogó con quien fue su titular para comprender la relevancia de una política publica de tal magnitud.

por Abril Terenghi Goy





El pasado lunes por la noche, mediante las redes oficiales del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) se formalizó el cierre del programa Cine en Cárceles, pese a que desde marzo del 2024 este dejó de operar, cuando el Gobierno nacional dispuso al interventor y nuevo director del organismo, Carlos Pirovano, a cargo de recortar personal, actividades de fomento dentro del ámbito y, en síntesis, todo lo que no vaya en línea con “el objetivo institucional”, como detallaron en el posteo.

Cine en Cárceles fue un programa de alcance federal cuyo objetivo era trabajar sobre el “acceso al derecho a la cultura de personas privadas de la libertad” a partir de la proyección de películas al interior de instituciones penitenciarias de todo el país, en articulación con otras actividades, tal como cuenta el que fue su responsable, Camilo Moreira Biurra.

En diálogo con Política Argentina, este último, afectado por la motosierra mileísta durante una de las primeras oleadas de despidos, pases a disponibilidad y retiros voluntarios que arrasó con el plantel del INCAA, reparó sobre lo “cínico de que hayan anunciado ayer la discontinuidad del programa”, cuando en la práctica, hace catorce meses dejó de funcionar por el desguace del Instituto.

Pero además, identificó que en la publicación, que se ganó el amplio repudio por parte de quienes consideran que políticas de esa índole no implican un gasto sino una inversión, hay dos falacias.



Por un lado, la gestión de Pirovano celebró haber terminado con un “programa de la administración anterior”, cuando en realidad, “el programa se creó en 2016 durante el gobierno de Mauricio Macri”, cuando su impulsor rescató un viejo proyecto que no había llegado a desarrollarse y que derivó en la creación de Cine en Cárceles, formalizado dos años después, en 2018, todavía bajo administración macrista. Producto del compromiso y el trabajo de sus integrantes, su titular primero y posteriormente junto a cuatro personas más, logró consolidarse como una política pública que se desplegó por el país.

La segunda mentira que Moreira detecta es sobre el “costo” de la actividad, en tanto, el anuncio sostiene que “drenaba millones de pesos anuales del Tesoro Nacional”. “Era de los que menos presupuesto requería”, opone el entrevistado. Desde el personal que integraba el equipo de Cine en Cárceles -un número hiper reducido de cinco personas- pasando por los derechos de las películas, las copias, el equipo técnico y hasta los traslados hacia los penales, salía del “presupuesto del INCAA, no del Tesoro”, el cual, se nutre del Fondo de Fomento Cinematográfico, compuesto por el 10% de las entradas de las distintas salas de cine del país y el 25% recaudado por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), extraído del impuesto de, por ejemplo, la facturación de los canales de TV y servicios de cable.

Como plus, añade un tercer error en el discurso oficial que es casi obligatorio mencionar: ese “ahorro” del que se vanaglorian a costa del vaciamiento de un órgano estatal que de 750 trabajadores se redujo agresivamente a 260 en los primeros meses de 2024, y que, en teoría se destinará “exclusivamente a la promoción del talento y la producción audiovisual argentina”, permanece neutralizado. El extitular del programa recuerda que “el fomento al cine de la actual gestión fue del 0%”.

CINE EN CÁRCELES: EL ALCANCE HUMANITARIO Y SOCIAL DEL PROGRAMA

“El objetivo del programa era trabajar sobre el acceso a la cultura de personas privadas de su libertad transitoriamente”, señala Moreira Biurra, que subrayó el carácter “transitorio” de la detención, “porque en el código penal no existe la figura del que se pudran en la cárcel”. Más bien, refuerza que durante dicho proceso, “el único derecho restringido es el de la circulación. El resto, deberían gozarlos en plenitud, y es el Estado quien debería garantizarlos”.

Desde su creación en 2016, el equipo gestionó y llevó a cabo proyecciones de películas que en muchas ocasiones eran estrenos, todavía en cartelera, con equipos acondicionados para que la experiencia sea igual o muy similar a la de las salas tradicionales de cine. “A los detenidos se les daba el boleto, y eso los transformaba en sujetos de derecho. En muchos casos, era la primera vez que podían ver una película así”, recordó.



Además, a las jornadas solían asistir invitados, como directores y actores. Al terminar, era usual que quedaran conmovidos por los “debates enriquecedores” que se daban, al punto de reflexionar que “el nivel de discusión era mayor a los que habían tenido en avant premieres, o en salas de cine”.

“Las actividades de formación audiovisual también daban herramientas para usar a la hora de salir, y así reinsertarse en la sociedad”, destaca Moreira Biurra como otro aspecto fundamental en los objetivos del programa. Asimismo, organizaban ciclos de cine temáticos con el eje puesto sobre las necesidades de los distintos espacios a los que acudían. La tarea implicaba “un estudio de esa población, como de las actividades, para ser responsables del contenido que llevábamos”.

El entrevistado reflexiona: “El cine te abre una ventana. Dentro de un ámbito penitenciario, esa ventana hace viajar, conocer otras realidades. Y como pasa en los viajes, regresamos transformados”. Durante ese encierro “agobiante, bajo frío, hambre, con escasa atención médica”, continúa, “los debates eran riquísimos. Se animaban a conversar, valoraban ser escuchados. Están acostumbrados a que su palabra no valga”.

No muchos se atreven a hurgar en los márgenes, en donde muchas veces la cultura, terreno históricamente en disputa, no llega. Ni el trabajo de curaduría, ni la labor de quienes por oficio proponían circular la palabra y ofrecían una puerta de entrada a la cultura popular, ni el diálogo entre los detenidos y las detenidas que participaban, ni la creencia de que también ellos son sujetos de derecho con la posibilidad de reinsertarse algún día en el entorno social, eran redituables. Así como tampoco, generaron déficit, ni alteraron economías domésticas

GASTO O INVERSIÓN EN CULTURA

Al ingresar Carlos Pirovano, economista que se desempeñó, previo a su llegada al Instituto de cine, en el ámbito de las inversiones y las finanzas, el estado de alerta fue inminente. “Se decidió desfinanciar el INCAA. Se paralizó la actividad y despidieron trabajadores en situación vulnerable en materia contractual”, entre ellos, dos integrantes del programa en cuestión. A los demás los pasaron a disponibilidad, hasta que a su responsable lo “obligaron prácticamente a tomar el retiro voluntario”, un modus operandi que reprodujeron en demás organismos estatales en paralelo.

“Me gustaría saber de qué manera fomentan el cine actualmente. No quedó ningún programa similar que lo reeplazara. Se abolió esa política pública”, afirma su extitular. Y explica: “Cine en Cárceles no generaba erogación presupuestaria. El personal era del INCAA. No se contrataron más personas. Los derechos eran cedidos por los productores. Las copias no generaban gasto. El equipo técnico era del Instituto o de las unidades penitenciarias”. La única inversión consistía en el traslado del invitado o la invitada a las proyecciones que se quedaban para el debate posterior. “Es falso que drenaba millones de pesos”, defendió.

La relevancia del programa se observa en sus cifras: en 2020, con un clima de tensión entre la pandemia y el confinamiento, y ante un panorama desolador con una cultura que hacía trinchera en redes sociales, el programa del INCAA reunió 1.595 espectadores/as, proyectó 21 películas a lo largo de 21 penitenciarías visitadas, realizó 4 talleres de formación y 5 festivales de cine en las unidades.



A pesar de que la pandemia ofició de frontera espacial, durante el aislamiento el equipo de trabajadores puso en marcha encuentros virtuales, con limitaciones previsibles de parte de las instituciones que muchas veces no contaban con las herramientas para hacerlo, ni en materia de conectividad ni en lo vinculado al equipo técnico. Sin embargo, pusieron a disposición recursos propios, ratificando el compromiso de que la cultura llegue a los rincones donde, para muchos, incomoda que lo haga.

Así, lograron “abarcar casi toda la geografía del país, desde Jujuy hasta la Patagonia”, con invitados de renombre tales como Sofía Gala, Maite Lanata, Carlos Sorín, Pablo Echarri, Demian Rugna, Néstor Montalbano, Néstor Frenkel; y en articulación con el Ministerio de Justicia de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires, y el de Derechos Humanos, nacional y provincial.

“El facismo siempre le temió a la cultura popular. Y claramente, trabajar la cultura con la población detenida, compuesta por excluidos y excluidas, así como darle voz a estos espacios, va en contra de acallar esas voces”, sostuvo Moreira.

En 2023, antes de la llegada del libertarismo a la Casa Rosada, Cine en Cárceles sumó casi 900 participantes más que en la época pandémica. Además, en ese año se quintuplicó la participación femenina, un dato no menor teniendo en cuenta que el Servicio Penitenciario Federal está mayormente compuesto por población masculina (un 92,3% entre enero y marzo de 2025, PROCUVIN).



POLÍTICA DEL CINISMO

“No me sorprende que cierren el programa, lo que sí es sorprendente, es que más de un año después lo publiquen como un logro”, enfatiza. Desde la asunción de Pirovano, el INCAA se distanció de la Ley de Cine (17.741) y se mantiene “paralizado en la peor gestión de su historia”.

Tanto trabajadores como extrabajadores, denunciaron en abril de este año que el Instituto no aprobó ninguna película para su producción a lo largo de 2024, ni en el corriente, luego de difundirse un balance con resultados alarmantes difundidos por el Espacio Audiovisual Nacional (EAN). "Las películas que están ahora fueron aprobadas durante la gestión anterior”, agregó su director a Política Argentina. Y remarcó: “La función del INCAA, promover el cine, no lo está haciendo. De hecho, el cine era una industria que generaba divisas, siempre se exportó. Aunque la cultura no necesariamente deba ser redituable, no era deficitario”.