Netflix confirma que, desde la próxima factura, el precio base de sus tres planes sube en promedio 20 %. En ese esquema, el plan más costoso, el Premium, “superará los $25.800” mensuales cuando se suman IVA, Impuesto PAIS y la percepción a cuenta de Ganancias, advirtió la agencia Noticias Argentinas. El aumento se calcula sobre la facturación de agosto y afecta a unos seis millones de cuentas en el país.
La presión tributaria sobre los servicios digitales alcanza ahora un 61 % y explica buena parte del salto final: el Básico trepa a $11.590, el Estándar escala a $19.318 y cada “miembro extra” cuesta $8.048. Los valores base —$7.199, $11.999 y $15.999 respectivamente— quedan pulverizados por la combinación de devaluación y política fiscal que grava el consumo cultural como un lujo.
Con este tarifazo, Netflix encadena su segundo ajuste del año y se acopla a la ola de subas que ya exhiben Disney+, Max y Prime Video, en un contexto donde el salario real se desploma y el consumo de bienes esenciales retrocede. Las consultoras registran una migración creciente hacia planes más baratos, cuentas compartidas o la baja definitiva del servicio.
Mientras el presidente Milei celebra la “libertad de precios” y fogonea la dolarización, el “dólar Netflix” se dispara y convierte el entretenimiento en un privilegio. Lejos de la promesa de competencia perfecta, los usuarios enfrentan menos opciones y tarifas que duplican las de un año atrás, alimentadas por un combo de mercado desregulado y presión fiscal que, a contramano del discurso oficial, ajusta siempre hacia abajo el poder de compra popular.