Según una encuesta realizada a nivel nacional, más de la mitad de los trabajadores continúa en el hogar familiar por falta de ingresos suficientes. El 54% de las personas consultadas no logra independizarse y, entre ellas, un porcentaje considerable había conseguido hacerlo en el pasado pero se vio obligado a regresar por razones económicas. La imposibilidad de sostener una vida autónoma ya no responde a decisiones individuales, sino a un entramado de condiciones estructurales.
El relevamiento, elaborado por Bumeran sobre una muestra de 1.891 personas, también muestra que el 85% considera que independizarse hoy es más difícil que hace una década. Entre quienes no pudieron hacerlo, un 54% señala que no tiene trabajo o su empleo es inestable, y otro 31% indica que su salario no alcanza para cubrir los gastos básicos.
Por otra parte, el 28% de quienes hoy viven en casa de sus padres había logrado mudarse anteriormente, pero debió dar marcha atrás. El 24% reveló que volvió a su hogar de orígen por pérdida de empleo, mientras que el 20% aseguró que se debió a ingresos insuficientes y el 11% por el aumento de los costos.
En el caso de las mujeres, un 54% vive con su familia, un 22% con su pareja y otro 22% sola. En el de los varones, el 53% sigue en el hogar familiar, el 25% convive y el 20% vive solo. La cifra de identidades diversas asciende al 57%.
Por rama laboral, el fenómeno también se repite: entre quienes trabajan en comercio, logística, salud, finanzas o comunicación, más del 45% reside con su familia. Aun así, el deseo de independizarse persiste: el 96% de quienes aún no lo lograron expresó que aspira a hacerlo, aunque reconoce que hoy no es viable.
Al respecto, el director de Tejido Urbano, Fernando Álvarez de Celis, señaló que el sistema financiero argentino está prácticamente ausente del mercado habitacional. “El crédito hipotecario representa apenas el 0,2% del PBI. En Paraguay es 15 veces más alto; en Chile, casi el 30%. Acá te ofrecen cuotas para zapatillas, pero no para un departamento”, ironizó.
Es necesario recordar que en países como Chile, Ecuador, Perú o Panamá, más de la mitad de los trabajadores también sigue viviendo con sus familias. Desde Bumeran atribuyen esta realidad regional a una combinación de inflación persistente, empleos informales y escasas políticas de acceso a la vivienda. Incluso quienes logran independizarse muchas veces recurren a formas transitorias, como el alquiler compartido, o regresan al hogar ante cualquier cambio en su situación económica.
Según Álvarez de Celis, el Estado argentino actúa como constructor de viviendas, pero no como facilitador del acceso. En cambio, países como Chile o Uruguay subsidian la demanda y permiten que las familias completen la compra con créditos accesibles. “Hoy necesitamos 1,5 millones de viviendas nuevas, y otras dos millones más deben mejorarse. Son 3,5 millones de soluciones habitacionales que no va a resolver el mercado solo”, advirtió.