El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) dio a conocer un informe que revela el impacto del programa económico del Gobierno sobre las tarifas de servicios básicos y otros rubros esenciales. Según los datos, desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023 hasta septiembre de 2025, los aumentos en los costos de servicios para los argentinos fueron significativos, reflejando un incremento que supera ampliamente la inflación promedio.
El análisis compara las tarifas de noviembre de 2023 con las de septiembre de 2025, salvo el caso del agua, cuya medición corresponde a agosto de este año. Entre los servicios más afectados se encuentra el gas, cuyo precio pasó de $2.826 pesos a $21.667 por mes para un consumo promedio de 65m3 en estrato medio en CABA. Esto representa un aumento de más del 660%.
La electricidad también registroó una suba considerable. La factura promedio para un consumo de 300 kWh al mes pasó de $3.323 a $28.341, lo que trasluce un incremento superior al 750%. Por su parte, el servicio de agua mostró un crecimiento de $5.385 a $31.170 , mientras que el acceso a Internet con descuentos pasó de $13.665 a $25.000 pesos, marcando casi un 83% de aumento en menos de dos años.
Los servicios de telecomunicaciones y entretenimiento tampoco se mantuvieron al margen de esta escalada. La telefonía móvil de Personal, con planes de 5G y 8G, pasó de $7.060 a $44.930, y el servicio de streaming Netflix aumentó de $4.896 a $11.999 pesos, más del doble en este período.
El transporte urbano también experimentó subas históricas. El boleto mínimo de colectivo en CABA pasó de $53 a $526 pesos, mientras que el subte pasó de 74 a 1.071 pesos. Por su parte, el tren aumentó de $24 a $280 pesos, y el peaje de autopistas de acceso Oeste, en horario no pico y pago manual, subió de $250 a $700.
El informe de Celag subraya que estos aumentos se producen en un contexto de transformación económica profunda, marcada por la liberalización de tarifas y ajustes en los servicios públicos.
Desde el Gobierno nacional, celebran el hecho de haber bajado la inflación, pero enfrentan cuestionamientos por seguir empleando el Índice de Precios al Consumidor (IPC) perteneciente al INDEC, que se basa en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares, un método que se remonta al 2005, es decir, que habría quedado desactualizado. Por eso, aunque el IPC muestre una desaceleración, los precios “reales” suben mucho más rápido de lo que indican las cifras oficiales.