24.09.2017 / ESTEBAN BULLRICH

El gigante del PRO

Surgido de Recrear, el partido de Ricardo López Murphy, a quien jubiló de la política; el ex ministro de Educación tiene una carrera que mezcla una historia de alcurnia, la exportación de fruta, los contactos con Estados Unidos y con los sectores más conservadores de la Iglesia y una habilidad para dejar frases para la posteridad.

por Werner Pertot


“No te metas en política”, lo amonestaba su abuelo materno: un hombre de alcurnia, que fue fundador del Banco Ganadero y juez de la Nación hasta 1946. En ese año, renunció porque no toleró a Juan Domingo Perón como presidente: su nieto, que no le hizo caso, llegó a colgar la carta de renuncia que le escribió a Perón en su despacho del Ministerio de Educación. La tenía en marcada junto con las tapas de Barcelona y de Página/12 que lo criticaban, casi como medallas en la pared. Su otro abuelo no tenía ni que decirle lo que pensaba del peronismo: era uno de los que había dado el golpe para derrocar a Perón. De esa estirpe proviene Esteban José Bullrich Ocampo, el candidato de Cambiemos a Senador por la provincia de Buenos Aires, el “mejor ministro de Educación de la historia”, según Mauricio Macri; el enterrador de la paritaria nacional docente, según los gremios; el fervoroso católico, el gerente exportador de fruta, el analista de sistemas; su historia sigue la curva de esa clase que despertó a la política en 2001, pero por derecha. Aquí, algunos trazos de su historia.

Una biografía propiamente dicha de Bullrich debería decir que nació el 26 de mayo de 1969, hijo de Esteban Bullrich Zorraquín y de María Ocampo Alvear (tataranieta del general Carlos María de Alvear). También tendría que señalar que se casó y tuvo cinco hijos, con los que suelen ir a un campo en Junín donde no hay ni recepción de celular. Que es un producto íntegro de la educación privada: estudió primero en el exclusivo Saint Leonard’s College, en Vicente López y luego cursó la Licenciatura en Sistemas en la Universidad Centro de Altos Estudios en Ciencas Exactas (CAECE). De allí egresó en 1992 y ya en 1994 estaba en Estados Unidos, haciendo una Maestría en Administración de Empresas en la Kellogg School of Management de la Universidad de Northwestern. Quizás debería consignar también su sensibilidad social y sus primeros intereses en la política allí, en Estados Unidos: se candidateó para ser presidente del Club Latino. Aunque era tradicional que ese lugar lo ocuparan los mexicanos, Bullrich les ganó la elección. Allí conoció a un norteamericano que le ofreció ir a hacer tareas de acción social. Bullrich dijo que sí, con la fantasía de ir a Africa. Pero lo mandaron a Nicaragua porque era el único que hablaba español. “Fui medio a la fuerza”, contó alguna vez. Le tocó enseñarle durante dos meses matemáticas en un orfanato en San José de Chusmapa, en el medio de la selva nicaraguense. Siempre recuerda las condiciones de extrema pobreza en la que vivían los huérfanos a los que les enseñaba que dos más dos es cuatro. Luego fue a Leon y ayudó a establecer un centro de conexión a internet.

Tal vez una biografía oficial no repararía en que ese viaje lo hizo como parte la Fundación Padre Fabretto, una ONG que recibía financiamiento del Gobierno de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista. Actualmente, la financian empresas transnacionales como Cargill, Accenture, Coca Cola, el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Bullrich nunca perdería los lazos con Estados Unidos: de hecho, volvió en 2006 como becario de la Fundación Eisenhower, con un proyecto educativo. Más tarde, escribió un libro sobre calidad educativa con Gabriel Sánchez Zinny, actual director de Escuelas bonaerense.

En el Secundario viajó a Esquel a estar dos semanas con una comunidad mapuche. Sostiene que esa experiencia lo marcó, aunque no tanto como para salir a solidarizarse ante la represión en Cushamen y la desaparición de Santiago Maldonado.



Hay otros datos que saltan a la vista del que lo conozca, como que Esteban Bullrich deja como pequeños a los más altos: mide dos metros dos centímetros y pesa 100 kilos, por lo que es apreciado en los picaditos de fútbol con el presidente Mauricio Macri, aunque hay quien diga que jugando es “un gigante de madera”. Se podría sumar que es de River (suele tener pica con los macristas de Boca), que le gusta Jorge Drexler y que, cuando tiene tiempo, se sienta y toca la guitarra. O, como dice él, “la maltrata”.

Tradición. Un hijo dilecto de los Bullrich Ocampo –y sobrino segundo de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón- no podía sino ir a estudiar a un colegio bilingüe como el Saint Leonard’s College. Fue un adolescente tímido, fanático de Charly García, y que escribía poesías de amores frustrados (su primera novia la tuvo a los 21 y le escribía cartas de amor). Más tarde, cuando ya había abandonado la poesía, comenzó a redactar cartas a un lector imaginario, donde despuntaba una veta filosófica. Terminó registrando allí las conversaciones con sus hijas. Pensaba publicarlo con el título Mi huella. Con sus compañeros secundarios, viajó a Esquel a estar dos semanas con una comunidad mapuche. Sostiene que esa experiencia lo marcó, aunque no tanto como para salir a solidarizarse ante la represión en Cushamen y la desaparición de Santiago Maldonado. En esa época, no tenía la personalidad mansa que muestra ahora: era de agarrarse a trompadas con los grupos de adolescentes enemigos. Para algo tenían que servir los dos metros de altura.

Familia. Bullrich tiene cinco hijos: tres nenas y dos varones. Los mandó a estudiar, como había hecho él, a un colegio bilingüe. En este caso, se trató de la Oakhill School, una privada que casualmente fue beneficiada por el Gobierno porteño de Mauricio Macri con un cambio de urbanización de unos terrenos en Nuñez para hacer una nueva sede. Esa escuela forma parte de la red Semper Altius y de la congregación de la Legión de Cristo, un sector ultraconservador de la Iglesia católica que se caracteriza por tener miembros de un alto poder adquisitivo, aunque no llegan a tener el nivel de influencia del Opus Dei. La Legión de Cristo fue intervenida en 2010 por el Vaticano luego de las denuncias de abuso sexual contra su fundador. Bullrich, en distintas entrevistas, dio pruebas de fe del lugar que ocupa la religión en su vida: como libro favorito, eligió la Biblia y cuando le preguntaron qué hace los domingos a la mañana contestó “ir a misa”.

Quienes lo conocen saben que tiene una relación muy estrecha con sus hijos y que suele llevarlos de viaje. A su hija mayor, Luz, la llevó en un viaje oficial a China. Con ella atravesó un período de angustia indecible cuando le detectaron una enfermedad. Durante la campaña, contó esa experiencia límite: "Más que por la cabeza por el corazón me pasaron cosas cuando me enteré que mi hija corría riesgo de vida; le detectaron cáncer a los 7 años; hoy tiene 15 y está bien por suerte. Hablo un poco de francés, y en ese momento leía a las tres de la mañana páginas de Internet de cáncer en francés, yo que puedo pedir un café en francés más o menos; creía que iba a encontrar la cura del cáncer de mi hija, que son tres casos por año", contó. Sus amigos dicen que esa experiencia lo cambió mucho.

Propiedad. Fue traductor de inglés en el rally de Argentina. Fue cadete en una empresa de remates. Estuvo a cargo de instalar Windows en Alpargatas. Pero su carrera principal empezó cuando entró a trabajar en la exportación de frutas. Llegó a ser director comercial de San Miguel S.A., una empresa que se dedicaba a exportar limones a nivel global. Con ese trabajo, viajó por 42 países. La dejó para fundar junto con su hermano, Emilio Bullrich, la consultora Fruitful Thinking S.A., dedicada a la exportación de productos frutihortícolas. De allí salieron varios de sus hombres de confianza, al punto de que hizo entrar al ministerio con un mecanismo de excepción al presidente de la empresa, Francisco Caimari. En esa época, la familia de Bullrich compartía negocios con el actual presidente del Banco Nación Javier Gonzalez Fraga en la fábrica de dulce de leche “La Salamandra”, que luego fue vendida a Cristóbal López y cerró en 2014. Hoy es una cooperativa.

Con algunos de sus socios, Bullrich formó una fundación sin fines de lucro llamada Formar Foundation, que está radicada en Florida. Además de él, forman parte del directorio offshore Sanchez Zinny y Diego Fernández, que fue su jefe de Gabinete en el Ministerio de Educación porteño y hoy comanda las reformas en la Villa 31. Es una fundación sin fines de lucro, según explicó Bullrich, y sin relación con las cuentas offshore de otros funcionarios.

Como su corazoncito estaba con el liberalismo, fue de los jóvenes que se acercó a Recrear, el partido creado por Ricardo López Murphy y con el que (ya todos los olvidaron) casi entró al ballotage con Carlos Saúl Menem en 2003.



Hey Bulldog. Hasta el 2001, lo máximo que había hecho Bullrich era ir a un acto de la UceDe en River a mediados de los ochentas. Como su corazoncito estaba con el liberalismo, fue de los jóvenes que se acercó a Recrear, el partido creado por Ricardo López Murphy y con el que (ya todos los olvidaron) casi entró al ballotage con Carlos Saúl Menem en 2003. Hay quienes recuerdan que lo acercó al partido Manuel Solanet, el ex secretario de Hacienda de José Martínez de Hoz en la dictadura. Quienes lo conocieron en esa época, hablan de un joven impetuoso, de mucho discutir, pero también con mucho empuje. En 2001 empezó su carrera política como asesor del diputado Hugo Martini, que había sido directivo de Repsol-YPF y que terminaría, con los años, siendo él asesor y funcionario de Bullrich.

El joven militante liberal escaló posiciones con velocidad. Pronto fue el presidente de la juventud de Recrear. En 2003, fue candidato a jefe de Gobierno y sacó el 9,76 por ciento de los votos. Luego consiguió una banca de diputados en el momento preciso en que estallaba un escándalo porque la empresa Skanska reconocía el pago de coimas en la Argentina. Bullrich creció en conocimiento como uno de los opositores que denunciaban al gobierno de Néstor Kirchner. En realidad, ocupó ese lugar como parte de un acuerdo entre López Murphy y Elisa Carrió: ella puso como vocero a Adrián Pérez, y López Murphy, a Bullrich. En esa época, Bullrich se empezó a caracterizar por un estilo descontracturado en los medios y en las incipientes redes sociales. Creó un blog titulado “Así nos roban y así podemos evitarlo”. De esa época, también, es su diatriba para permitir que el represor Luis Patti asumiera como diputado: “No podemos olvidar las lecciones del pasado. Y esta es la lección más importante que estamos olvidando, si no admitimos al diputado Patti como miembro de esta cámara. La lección más importante que nos dejaron los años setenta es que cuando cualquier grupo, grande o pequeño, quiere imponer su verdad a costa de la ley, la Constitución y con violencia, el país entra en una espiral de la cual no puede salir”, dijo.

El Bulldog le fue dando cada vez más protagonismo a Bullrich, hasta que en 2007 lo llevó como compañero de fórmula en las presidenciales. Fue una campaña sin lustre. Uno de los partidarios de López Murphy recuerda con amargura que Macri les había prometido financiamiento: un millón de dólares para costear la campaña presidencial del PRO que nunca aparecieron. El que tampoco apareció fue Macri, que hizo todo lo posible por esconder que López Murphy y Bullrich eran sus candidatos. Los dos hicieron un papelón: sacaron un magro 1,43 por ciento en las elecciones en las que ganó Cristina Fernández de Kirchner.

Golpeado por el resultado, López Murphy renunció a la presidencia de Recrear y le confió los asuntos partidarios a su discípulo predilecto y hombre de confianza. Allí Bullrich tomó una decisión sobre su futuro político. El primer gesto de distanciamiento fue cuando aceptó un cargo en el gobierno porteño de Macri. Tuvieron una amarga discusión, en la que López Murphy se quejó de que no hubiera consultado al partido. Pero el verdadero sisma con su mentor estaba por llegar.

El partido liberal, y socio de Macri en el PRO, fue a internas con dos listas: los partidarios de López Murphy, que querían romper con el macrismo y aliarse a Carrió –por entonces, eran espacios diferentes-, y los de Bullrich, que querían seguir a Macri. La interna de los liberales ocurrió el 6 de abril de 2008 y terminó con una lluvia de denuncias de fraude. Hubo episodios macondianos: uno de los dirigentes porteños recuerda cómo les trabaron un ascensor para que no llegaran a presentar la lista de López Murphy en Capital. Cuando lograron entrar, terminaron a las trompadas con los adversarios.

En provincia de Buenos Aires, el sector del Bulldog denunció que hubo urnas truchas, que se le impidió votar a afiliados, que en algunos casos había más votos que personas inscriptas en el padrón y que hubo firmas falsificadas en Bahía Blanca. Fueron al Poder Judicial, pero con los congresales de Recrear bonaerense Bullrich ya se consagró el presidente de Recrear nacional. “Las acusaciones no ayudan a construir una alternativa. La gente está harta de esa forma de hacer política”, contestó Bullrich, quien aseguró que iba a contratar a Cippec y a Poder Ciudadano para que limpiaran su nombre de denuncias de fraude.

Lopez Murphy renunció al partido que fundó en una carta en la que dejó en claro que respaldaba todas las denuncias contra Bullrich. “Renuncié por vómitos. Lo mío fue una nausea”, contó en ese momento Lopez Murphy, quien dijo sobre su ex discípulo que “tuvo responsabilidad en valores que no pueden ser inflingidos. Todo lo que le censuramos al kirchnerismo fue hecho acá. Hubo una urna errante y resultados de tipo soviético: de 270 votos a cero”. “El que gana, gana. Y el que pierde, impugna”, le retrucó Bullrich. También le facturó que le dejó una deuda de un millón de pesos. Algunos partidarios de López Murphy, como el entonces legislador Marcelo Meis, no dudó en tratarlo de “traidor” a Bullrich. Del lado de Bullrich, consideraban que el Bulldog “se ensañó con Esteban, cuando podría haber sido cualquiera de nosotros. Estuvo muy agresivo. Nunca llegaron a reconciliarse”.

Con esta ruptura con su mentor, al que jubiló de la política para siempre, Bullrich consiguió el favor de Macri. Cerca de López Murphy, siempre sospecharon que el objetivo era quedarse con Recrear, que tenía inscripciones como partido en muchas provincias que no tenía en ese momento el macrismo. Lo cierto es que, tiempo después, Bullrich disolvió Recrear y lo fusionó con el partido de Macri para crear PRO como partido y ya no como una coalición entre distintas fuerzas. Así el partido fundado por López Murphy dejó de existir.

Sin una trayectoria en Educación, Bullrich fue convocado para asumir frente al Ministerio. Quienes lo vieron llegar recuerdan lo perdido que estaba en los primeros días: los funcionarios le hicieron un pequeño curso para que aprendiera, con un PowerPoint.

 

Ministro. Bullrich integró el gobierno de Macri primero como su ministro de Desarrollo Social. Estuvo unos pocos meses, mientras duraba la licencia por embarazo de una por entonces muy tímida María Eugenia Vidal. En ese tiempo, Bullrich prometió hacer un censo completo de las personas en situación de calle, algo que hasta hoy sigue causando polémica en el Gobierno porteño. Luego volvió a ocupar su banca de diputado, pero una crisis política lo llevó a la gestión porteña de vuelta. Fue cuando Macri desplazó a su primer ministro de Educación, Mariano Narodowski, a raíz de la causa de las escuchas ilegales y debió pedirle la renuncia también a su reemplazante, Abel Posse, que se enfrascó en una defensa de la teoría de los dos demonios. Sin una trayectoria en educación, Bullrich fue convocado para asumir frente al ministerio.

Quienes lo vieron llegar recuerdan lo perdido que estaba en los primeros días: los funcionarios le hicieron un pequeño curso para que aprendiera, con un PowerPoint. Le fueron mostrando cuadros con la escala salarial de los docentes de jornada simple y completa. Cuando completaron la exposición, Bullrich preguntó: “¿Qué es jornada completa?”. Debieron volver a explicarle todo. “Ah, pero ¿y qué es jornada simple, entonces?”, dijo. De vuelta, a explicarle.

No obstante, Bullrich mostró como funcionario que tenía cintura política (y los fondos) para negociar con los gremios y evitó pronunciarse sobre la dictadura en la forma polémica que otros funcionarios macristas lo harían antes y después. Quizás por eso Macri lo conservó como ministro de Educación durante el resto del tiempo que fue jefe de Gobierno y luego lo llevó a la Nación.

Como ministro, retomó la pasión por viajar que había tenido como empresario. Por ejemplo, cuando fue a China a presentar un proyecto de escuela bilingüe español/mandarín. Viajó con Carlos Regazzoni, el ex titular del PAMI, que entonces integraba su ministerio. Los recibieron con un banquete con comidas que nunca habían visto. Bullrich se mostró entusiasta y quiso probar de todo, aunque pronto comenzó a comprender que era un error: despreciar alguno de los manjares era una ofensa. Así es que debió comer pezuña de sapo y anguila ante la mirada divertida de su hija mayor, que había viajado con él. Regazzoni terminó llevándolo indigestado al hotel.

El despacho de Bullrich fue adquiriendo un tono personal. Instaló una cinta de correr, que usaba todos los días (las maratones son una pasión que comparte con Guillermo Dietrich, ministro de Transporte nacional). Pero lo más pintoresco fue que empezó a coleccionar las tapas que los medios le dedicaban a los distintos escándalos que fue protagonizando. Su favorita era una tapa en la que aparecía con orejas de burro. La pared casi terminó llena, porque polémicas no faltaron durante su gestión porteña.

Una de las primeras fue cuando abrió una línea en la que invitó a denunciar la actividad política en las escuelas. Fue luego de que diversos medios denunciaran un taller que hacía La Cámpora basado en la figura del Eternauta. La apertura de ese 0800, terminó en una causa judicial, en la que la jueza Elena Liberatori restringió el funcionamiento de la línea a recibir solamente hechos que estuvieran tipificados en el código penal. Ante la jueza Liberatori, Bullrich tuvo que admitir que no conocía el contenido del taller del Eternauta y que no sabía de la existencia de ningún delito.

Empezó a coleccionar las tapas que los medios le dedicaban a los distintos escándalos que fue protagonizando. Su favorita era una tapa en la que aparecía con orejas de burro. La pared casi terminó llena.



No fue el único episodio que enfrentó a Bullrich con la comunidad educativa. Más tarde, se vio envuelto en otra polémica cuando separó del cargo a tres autoridades y tres docentes de la Escuela 3 de Monte Castro a raíz de una parodia que hicieron de él y de Macri. En esa dramatización, ante alumnos de sexto grado, cuestionaban el cierre de cursos que impulsó la gestión PRO en distintas escuelas y que era parte del reclamo gremial del momento. Para separarlos, señalaron que habían faltado “la moral y las buenas costumbres”. Algunos fueron echados por “haber omitido manifestarse en contra”. Las maestras fueron sometidas a interrogatorios policiales en el Ministerio de Educación de los que salieron llorando.

Bullrich luego empezó a acumular denuncias por la decisión de instalar aulas containers en la zona sur para los estudiantes, por la falta de vacantes, por los problemas en la aplicación de la inscripción on line y por presuntos sobreprecios en el Plan Sarmiento de entrega de netbooks. En la causa en la que finalmente fue sobreseído el relator y dirigente PRO Fernando Niembro, aparecían 300 mil pesos que provenían del ministerio que conducía Bullrich. Al terminar su gestión porteña, la que recibió su herencia, la macrista Soledad Acuña, le pasó una solapada factura por cómo hizo su trabajo: “Las escuelas no están en el estado que nos hubiera gustado”, dijo.

El mejor ministro de la historia. Sin hacer caso a las polémicas que protagonizó en la Ciudad, Macri lo llevó al Ministerio de Educación nacional. Primaba su chapa de negociador hábil con los sindicatos docentes, algo que se mantuvo en 2016, pero ya no en 2017, cuando lo señalaron como el principal responsable de no convocar a la paritaria nacional docente. Cuando finalmente dejó el ministerio para ser candidato, la Campaña Argentina por el Derecho a la Educación (CADE) elaboró un documento sobre sus 585 días como ministro nacional. Entre otras falencias, señalaron que hizo descender el presupuesto educativo, que subejecutó partidas (una tradición que trajo de la Ciudad) y despidió trabajadores. Algunos ejemplos:

· “Del total de 268 jardines que tienen obra prevista en el actual presupuesto, 215, es decir un 80 por ciento del total, no registran aún ejecución presupuestaria”, indicaron.

· El Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) sufrió una baja del 25 por ciento en términos nominales: 1.426 millones de pesos presupuestados en 2017, contra 1.897 millones de 2016.

· Hubo un déficit en la entrega de computadoras. El Plan Nacional de Educación Digital tenía en diciembre del año pasado un fondo de 7.200 millones de pesos, pero en abril de este año, mediante la publicación de la Decisión administrativa 261/2017 en el Boletín Oficial, la partida presupuestaria pasó de 7.200 millones a 6.000 millones, es decir, un 16 por ciento menos. De esos 6.000 millones, ejecutaron poco menos del 15 por ciento, indicaron en el informe de la CADE.

En una versión preliminar de un informe del Observatorio de las Elites Argentinas del IDAES-UNSAM, que elaboró Manuel Becerra -y a la que accedió Política Argentina- se enumeran otras características de la gestión de Bullrich, además de la trayectoria de sus funcionarios. El informe además recuerda que “durante los meses de enero y febrero de 2016 se produjeron los cierres del área de Derechos Humanos, Pedagogía de la Memoria y Radios IES en el ámbito del INFoD; en marzo se dieron de baja contratos de 70 trabajadores del Programa Conectar Igualdad (afectados al Ministerio de Educación, pues parte de su estructura está en otras agencias estatales); en mayo fue despedido el Director Nacional de Coros y Orquestas en Educación, Claudio Espector; en julio se anunció el despido de unos 340 trabajadores afectados a diferentes programas, y que estaban contratados de forma precaria a través de la Organización de Estados Iberoamericanos, afectando principalmente al Plan Nacional de Lectura y también fueron desvinculadas personas que cumplían tareas en el Programa de Educación Sexual Integral”. El informe de la UNSAM también indicaba que el Programa de Innovación y Desarrollo de la Formación Tecnológica, tuvo en 2016 una subejecución de 84.98 por ciento y que el Fondo Nacional del Incentivo Docente y Compensaciones Salariales, que es el aporte que hace el Estado nacional a los salarios docentes de todo el país, tenía a fines de 2016 una subejecución de más de 1735 millones de pesos, por mencionar sólo algunos casos.

En los momentos de rosca política, lo describen como una persona muy dispersa. Le cuesta concentrarse en un tema más de 15 minutos: se para, camina, agarra el teléfono, contesta mensajes.



El pez por la boca... Un día, conversando con Pablo Tonelli (otro ex Recrear), Bullrich se enteró de que le gusta el whisky. Y más específicamente el Johnny Walker etiqueta verde. De ahí en más cada año, le regala una botella. Así como es odiado por sus adversarios, Bullrich consiguió ser querido dentro del macrismo. En los momentos de rosca política, lo describen como una persona muy dispersa. Le cuesta concentrarse en un tema más de 15 minutos: se para, camina, agarra el teléfono, contesta mensajes. “A veces, hay que conversar tipo telegráficamente. Tiene una especie de hiperkinesia”, relata uno de sus conocidos. En la campaña tanto como en su gestión nacional, la exposición que tuvo lo llevó a acumular frases que lo sumieron en la polémica. Algunas fueron:

· En Choele Choel comparó la inauguración de un hospital escuela de veterinaria en una sede de la Universidad de Río Negro con la campaña del desierto: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, pero sin espadas. Con educación”, dijo sobre el genocidio sobre los pueblos originarios. Luego aclaró que la acción de Roca, para él, fue “un avance en un territorio que no estaba conquistado, ocupado”.

· En Europa, aseguró que la víctima de la Shoá Anna Frank “tenía sueños. Sabía lo que quería. Y esos sueños quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir”.

· En un encuentro de la UIA les pidió a los empresarios que pensaran en él no como un ministro de Educación sino como “un gerente de recursos humanos”. También dijo en un coloquio de IDEA: “Acá arriba en el desayuno había huevos revueltos y había panceta. En el desayuno la gallina se comprometió, puso huevos, pero el que verdaderamente se comprometió fue el cerdo. Nosotros queremos el compromiso del cerdo en la educación”. Todavía están tratando de entenderlo.

· En un artículo en Clarín en octubre del año pasado propuso que los niños se formen “para que puedan hacer dos cosas: ser los creadores de empleos, los que le aportan al mundo esos empleos, y ser capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.

· En un reportaje sobre las AUH, aseguró: “Esto no se va a cambiar con planes sociales. A ese pibe le podes dar un plan social, pero lo va a usar para comprar balas”.

· Consultado sobre el crecimiento de la desocupación en La Matanza, Bullrich propuso: “La escuela debería prepararte para crear empleos, no para buscarlos. Hay que ayudar a los bonaerenses a crear proyectos propios”, insistió Bullrich. “¿Vos te imaginás a alguien de La Matanza que pierde su empleo textil, impulsando su propio proyecto?”, le preguntó el periodista, a lo que respondió: “Te doy un caso que está surgiendo en lugares como Matanza: cervecerías artesanales. Te parece que es algo que no crece, pero es un mercado que está creciendo muchísimo”.

· Sobre la lucha del movimiento de mujeres, no sólo se expresó en contra de la posibilidad de que decidan sobre su cuerpo, sino que comparó los abortos con los femicidios: “Ni una menos también es que si hay una beba adentro... Ni una menos. Porque también la están matando”.

· Y por último, mencionó como un logro de gestión meter a pibes presos: “Todos los días un metro más de asfalto, un pibe más que está preso”, aseguró ante la mirada atónica de la gobernadora Vidal. Luego se disculpó y aclaró que para él “pibe” quiere decir “funcionario corrupto”.

Por suerte, hay Bullrich para rato

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