25.07.2018 / Opinión

¿Quieren hablar de fraude laboral? Píntense la cara de violeta

Usar el negro como eufemismo de falta de registración es racista y ciego al problema del empleo. ¿Quién sufre la falta de trabajo?

por Estefanía Pozzo



Supongamos por un momento que asignarle un color a cada sexo no nos molesta y por ende aceptamos que se use el rosa para etiquetar a las mujeres. Supongamos, entonces, que utilizamos ese color para resaltar los datos de empleo de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado y que, como resultado de esto, obtenemos que los peores indicadores quedan siempre pintados de rosa. Supongamos ahora que, en lugar de suponer, estamos hablando de lo que pasa en la realidad.

Las mujeres argentinas tienen un desempleo 32% más alto que los trabajadores varones (un 10,2% contra un 8% según los últimos datos publicados por el Indec) y si desagregamos ese dato por edad, la falta de trabajo afecta al 20,9% de las pibas menores de 29 años (y a un 15,3% de los pibes). Esto se explica, entre otras cosas, por una diferencia fundamental: la distribución del trabajo doméstico que no se paga. Son ellas las que se hacen cargo de limpiar, cocinar, cuidar, comprar, planchar y muchas otras tareas que demandan la gestión de una casa. Si el tiempo es finitio y gran parte del día tienen que destinarlo a hacerse cargo de las tareas domésticas, ¿cuáles son las condiciones en las que las mujeres salen al mercado de trabajo pago?

Hay muchas especialistas que escribieron sobre esta diferencia fundamental entre los sexos: las economistas argentinas Corina Rodríguez Enríquez y Mercedes D´Alessandro, por ejemplo, o la teórica ítalo-norteamericana Silvia Federici. Hay incluso material audiovisual que explica, de manera muy sencilla, por qué el trabajo doméstico no remunerado es fundamental para el sistema productivo y, encima, nadie lo paga ni lo reconoce porque es una obligación natural derivado del “amor” cuidador de las mujeres. ¡Patrañas!


Las preguntas que surgen cuando miramos estos datos son: ¿sirve una política de empleo ciega al género? ¿Sirve la política de creación de empleo basada en la obra pública, que tracciona la creación de puestos de trabajo en la construcción, un sector altamente masculinizado? ¿Tiene un impacto diferencial el ajuste de los gastos del Estado en el mercado de trabajo?¿Cómo puede ser que, como dice Candelaria Botto, una de cada cinco mujeres trabajadoras se dediquen exclusivamente al servicio doméstico, la rama con menos registro de toda la economía (superior al 80%) y expuesta a toda clase de abusos?

Los datos son claros: de 14 sectores de la economía, solo en tres las mujeres son la mayoría: Enseñanza, Servicios sociales y personales, y Servicio doméstico. En todo el resto, la mayoría de los trabajadores varones.


La economista Mariana González complejiza la mirada: la creación de empleo, más allá de las poblaciones vulnerables, está siempre relacionada con un contexto económico que busca crear puestos de trabajo. Para que la economía pueda absorber el crecimiento de la población económicamente activa (según el Ministerio de Trabajo eso significa que se necesitan 180.000 puestos de trabajo nuevo todos los años solo por el crecimiento poblacional), es necesario un contexto económico dinámico.

Esta no fue la realidad en el Gobierno de Mauricio Macri. Volviendo a datos oficiales, desde que la actual gestión asumió en diciembre de 2015 hasta el último dato disponible (abril de 2018) se registraron (entre privados, cuentapropistas y empleados del sector público) 306.000 nuevos empleos. Solo para incorporar el crecimiento poblacional se hubieran necesitado 420.000 puestos de trabajo (y dejemos de lado por un momento la calidad laboral).

Todas estas diferencias es posible contarlas porque existen registros desagregados por sexos. ¿Ustedes se imaginan lo que pasa con las personas trans, travestis y de géneros no binarios? El Estado no tiene ni siquiera datos, porque no los registra. Este es uno de los planteos que hace Claudia Vázquez Haro, referente de la organización Otrans y miembro de la Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina.

Claudia detalla: “No tenemos datos porque no se contempla a las identidades trans, travestis ni a géneros no binarios. Esta es una demanda fuerte. Pero además, si estas personas presentan CV en algún lugar es difícil que las contraten, porque hay mucha discriminación. Todo esto se complica también porque muchas veces tampoco terminaron el secundario. Estamos en un callejón sin salida. Hace falta una política integral de inclusión y acompañamiento laboral”.

Nos quedamos cortos con el rosa, ¿vieron? Volvamos a las suposiciones. Supongamos que cambiamos el rosa por el violeta y que hay gente que quiere pintarse la cara para representar la “informalidad laboral”. Si quieren show, dejen de pintarse la cara de negro (porque es racista y si no lo sabían puede googlear “blackface” o ver la serie “Dear White People” que está en Netflix), y vayan pintándose la cara de violeta.