Alberto Fernández finalmente hará una gira por Europa pero estará muy reducido en relación a lo que eran los planes iniciales. Finalmente sólo irá a Francia e Italia donde lo recibirá el Papa Francisco. La decisión es que ante las urgencias del país no debe estar mucho tiempo fuera mientras transcurre el peor momento de la pandemia y en pleno proceso de vacunación.
El plan original, pensado en un contexto más calmo, incluía Portugal y España, dos administraciones encabezadas por el Partido Socialista con las que Fernández mantiene un excelente vínculo.
Además, se barajaba la posibilidad de un encuentro con las autoridades de la Unión Europea en Bruselas y otro con la canciller de Alemania, Ángela Merkel. Incluso, se habló también de añadirle el largo tramo hasta Moscú para ver al presidente Vladimir Putin, una invitación ya varias veces suspendida, con quien podría terminar de arreglar la provisión y producción de la Sputnik V.
Finalmente en vez de emprender viaje este sábado 8, como estaba pensado,
se subirá al avión el lunes 10 con vuelta prevista para el viernes 14. El miércoles 12 se encontrará en París con el presidente Emmanuel Macron, otro de los jefes de Estado europeos con los que generó una muy buena relación. El objetivo del viaje es económico: busca explicar la situación macro del país y la necesidad imperiosa de renegociar los vencimientos pactados con los organismos financieros internacionales.
El jueves 13, Fernández y su comitiva se trasladarán a Roma para una jornada intensa.
Allí se reunirán con el primer ministro italiano, Mario Draghi, con el presidente Sergio Mattarella y con el papa Francisco. Draghi es un reconocido economista que se desempeñó muchos años como presidente del Banco Central Europeo. Asumió en febrero pasado y hasta ahora nunca conversó con el presidente argentino.
Pero si algo le interesaba a Fernández de esta gira era la posibilidad de volver a encontrarse con el Papa, luego de aquella ya lejana reunión que tuvieron en enero de 2020, a poco de asumir como presidente.
Siempre estuvo preocupado por mantener un vínculo estrecho con el Papa, bien diferente a lo que hizo Mauricio Macri como presidente. Fernández llamó a Francisco en agosto del año pasado, luego del acuerdo con los acreedores privados, para agradecerle sus gestiones reservadas.
