
En la madrugada del jueves arribó al aeropuerto internacional de Ezeiza un Boeing 767-300 de la compañía Omni Air International con diez argentinos deportados desde Estados Unidos. El operativo se realizó bajo la órbita del gobierno de Donald Trump, que mantiene una política de endurecimiento migratorio.
La aeronave había partido desde territorio estadounidense e hizo dos escalas previas, una en Bogotá, Colombia, y otra en Belo Horizonte, Brasil, donde descendieron otros pasajeros deportados. Si bien la nave tenía capacidad para 247 personas, no trascendió la cifra total de ocupantes a bordo.
El aterrizaje en Buenos Aires se produjo poco después de las 3 de la madrugada. Allí se acercaron familiares a recibir a los ciudadanos argentinos que fueron expulsados y que llegaron en el vuelo organizado por las autoridades norteamericanas.
El gobierno argentino manejó la situación con reserva y evitó difundir detalles oficiales sobre el operativo. Tampoco hubo reclamos formales por el trato a los ciudadanos argentinos, en un contexto de sintonía política entre Javier Milei y Donald Trump.
El embajador argentino en Washington, Alejandro Oxenford, se refirió al tema y aseguró que “Argentina es de los países del continente con menos casos (de expulsados)”. El funcionario justificó la potestad de Estados Unidos al indicar que “puede haber delitos de todo tipo o que tengan que ver con la emigración” y que se trata de “un tema de Estados Unidos que, básicamente, manejan ellos”.