La escena arranca en una estación de servicio. “amigo paré en una ypf de tero violado a comprar un café y me encontré al presidente tomando una coca”, escribe el usuario @ElTrumpista, junto a una foto del mandatario en una mesa con gaseosa, vasos y botellas. El posteo intenta mostrar cercanía y austeridad, un clásico del storytelling libertario.
Pero el contraataque llega desde la misma plataforma. El usuario Gonzalo P (@GonchipV2) publica un collage en el que compara la imagen difundida con las célebres fotos manipuladas del estalinismo y agrega una frase lapidaria: “Tan soviético que duele.” En el montaje se sugiere que alguien borró digitalmente a Spagnuolo —habitual acompañante presidencial— para que la escena encaje mejor con el relato de héroe solitario.
La comparación prende enseguida. En los comentarios proliferan ironías sobre “retocar la realidad” y se cuestiona el uso de la épica de barrio para encubrir un dispositivo de propaganda. El borrado del acompañante funciona como símbolo: la imagen se arma para que el “líder” quede en primer plano, sin testigos incómodos ni sombras que opaquen la puesta en escena.
Hay que señalar que el meme de Stalin no aparece por casualidad: señala la tentación de manipular fotos y relatos para acomodar la política a la propaganda. Aquí, el tiro sale por la culata.