30.09.2025 / POLÉMICA

Insólito: el ladero de “Pequeño J” cayó en la cripto $libra y sigue prófugo

Prófugo por el triple femicidio de Florencio Varela, familiares señalan que perdió sus ahorros en $Libra, el token que Javier Milei promocionó en X. Desde entonces, quedó bajo la órbita de “Pequeño J” en una red de narcotráfico y explotación en el conurbano.





La historia de Matías Agustín Osorio irrumpió como pieza clave en la investigación por el asesinato de Brenda, Morena y Lara. Durante semanas su nombre asomó en los márgenes del expediente, hasta que pasó a ser el principal prófugo del caso que conmueve a Florencio Varela. Tiene 28 años, nació en 1995, y la Justicia lo identificó como argentino luego de versiones iniciales que lo ubicaban como peruano, un dato que también ordenó la competencia del proceso.

Según los investigadores, arrastraba antecedentes de violencia. Pero el punto de quiebre, relatan sus parientes, llegó con una estafa de criptomonedas: intentó “tradear” y volcó sus ahorros en $Libra, el proyecto que Milei promocionó en su cuenta de X, y terminó en fiasco. Endeudado y sin red, habría quedado a tiro de las economías del delito. “Es un perejil que se endeudó y empezó a vender merca para juntar y devolver”, dijo un familiar, al describir el recorrido que lo acercó a Jonathan “Pequeño J”, cuyo verdadero nombre sería Tony Janza Valverde Victoriano, señalado como jefe de una organización que mezcla narcotráfico y prostitución en la zona.

De acuerdo a Noticias, para 2025, Osorio ya trabajaba como mandadero y entraba en tareas de mayor confianza dentro de la estructura criminal. Las últimas pruebas lo comprometen aún más: fuentes judiciales lo ubican en la parte trasera del vehículo que conducía Sotacuro la noche del crimen, un dato que lo convierte en testigo privilegiado y presunto partícipe directo de la secuencia que terminó con la muerte de las tres amigas.

El juez Fernando Pinos ordenó su captura y pidió a Interpol una alerta roja. La búsqueda se extendió a Jujuy y a Bolivia, adonde se presume que pudo cruzar para esconderse en localidades cercanas a la frontera. Con fiscales y fuerzas de seguridad coordinando operativos, el caso también expone una trama de ruina financiera, desprotección y captación para el delito que el gobierno de Milei no atiende: mientras se empuja a los pibes a la intemperie de la especulación, las redes mafiosas siguen reclutando en los márgenes.