08.04.2024 / Polémica en Defensa

¿Es el Lockheed F-16 A/B necesario?

Mientras el gobierno de Milei echa a miles de trabajadores del Estado, elimina el Fonid, licua las jubilaciones y coloca a millones de argentinos en la pobreza, el ministro de Defensa Luis Petri accedió a gastar millones de dólares para comprar aviones de Dinamarca.




Mientras el gobierno del presidente Javier Gerardo Milei echa a miles de trabajadores del Estado, elimina el Fondo Nacional de Incentivo Docente, licua las jubilaciones y coloca a millones de argentinos en la línea de pobreza, su ministro de Defensa, Luis Petri, accedió a gastar millones de dólares para comprar aviones Lockheed F-16 A/B provenientes de Dinamarca.

Cuando la Argentina era presidida por Jorge Rafael Videla en el marco de la última dictadura cívico militar, el General Dynamics F-16 (actual Lockheed F-16), un avión de 4ª generación, voló por primera vez el 08/12/1976.  A lo largo de 45 años este avión ha tenido una gran cantidad de iteraciones y mejoras, con cambios de planta motriz, aviónica y sistemas de armas, llegando a la versión F-16 Block 70, actualmente en fabricación con elementos de los aviones de 5ª generación.   

En ese extenso período este avión ha sido adquirido por fuerzas aéreas de la OTAN –Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Turquía, Grecia, Polonia, Eslovaquia, Portugal, Rumania-, a lo que se suman otras 16 naciones –incluyendo en Iberoamérica a Venezuela –que los compró en épocas de amistad entre este país y los Estados Unidos de América para poder defender los campos petroleros venezolanos- y Chile. Incluso tuvo una versión derivada en Japón, el Mitsubishi F-2.

Sin lugar a dudas se trata de uno de los mayores éxitos de venta de aviones estadounidenses en el mundo. Pero claramente la venta de las aeronaves remanentes y en desuso de los miembros de la OTAN sirve como un elemento para la financiación de masivas transferencias de fondos y endeudamiento de otros países. Y en eso aparece la República Argentina, que pareciera tener muchas más urgencias que abonar una millonaria suma por aviones antiguos y, sobre todo, preocuparse por una defensa que lejos está de correr peligro.

Seguramente es convocante un debate sobre cómo deberían ser las fuerzas armadas y en particular la fuerza aérea, pero es más importante tener una real concepción entre lo ideal y deseable, por un lado, y lo posible y tal vez necesario, por otro. Cuál es la respuesta si uno se pregunta, ¿qué necesita una nación como la República Argentina?

Lo cierto es que este gasto millonario frente a los cinco millones de nuevos pobres desde el comienzo del gobierno Milei, la inflación galopante, la quita de financiación a la cultura y los despidos masivos en el Estado, además del cierre de muchas de las empresas del Estado, demuestra la insensibilidad del Presidente. A esto se le suma la quita de subsidios en materia energética que llevará a un aumento del más del 400% en la tarifa de gas, entre otros. 

La fuerza aérea argentina podría desarrollar y aportar medios de fabricación nacional con un costo operativo más bajo y con tecnología nacional para su mantenimiento y mejoramiento. Sin embargo, esa idea está muy lejos de desarrollarse con un presidente que desfinancia la ciencia y reduce la capacidad de producción del Estado a partir del despido de trabajadores y reducción al mínimo de los presupuestos, que hacen que empresas como FADEA queden reducidos a su mínima expresión, facilitando así su privatización para que luego nos vendan los aviones tan necesarios para reequipar nuestra Fuerza Aérea, empresas de capital privado.

Todo ello parece apuntar a que la adquisición de este medio aéreo básicamente es un capricho más de Milei para fomentar una mentira armamentista, donde se gastan millones de dólares en aviones que podrán ser más utilizados en los desfiles aéreos para que la gente disfrute, pero no parecería haber mucho más destino para este tipo de aeronaves cuando se podría haber invertido en medios específicos para el control de las fronteras o promover la defensa real del Mar Argentino.