En el Te Deum en la Catedral Metropolitana, Jorge Ignacio García Cuerva pronunció una homilía cargada de reclamos sociales. Luego de advertir que “si se mueren la fraternidad, la tolerancia, el respeto y si se mueren esos valores se muere el futuro”, el religioso planteó la necesidad de sanar las heridas de un país que arrastra décadas de desigualdad.
En un pasaje de su mensaje, el arzobispo destacó la situación de los adultos mayores: “Y los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación, herida que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto”. Con ese llamado puso el foco sobre la urgencia de políticas públicas que garanticen pensiones acordes al costo de vida.
Acto seguido, García Cuerva alzó la voz contra lo que definió como “el terrorismo de las redes sociales”: “A pesar de que hoy nos dicen que Argentina no está muerta, hay quienes se burlan de Jesús. Son los haters de aquella época, los que difaman, desprecian o critican destructivamente… ¿Hasta cuándo permitiremos esta guerra de palabras e imágenes?”. El arzobispo alertó que la agresión virtual mina la convivencia y profundiza la desconfianza.
En un cruce velado con el gobierno nacional, señaló la brecha social: “La Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todos y los que han vivido de privilegios que los alejaron de la calle, de los medios de transporte, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado”. Esa alusión cobró fuerza ante la presencia de Javier Milei, quien asistió a la ceremonia sin intercambiar saludos con varios mandatarios porteños.
García Cuerva propuso un camino de diálogo y encuentro: “Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro y frenar el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una nación desde la guerra entre nosotros”. Con esa invitación, el arzobispo buscó marcar un contrapeso a las tensiones políticas y apuntalar un proyecto común de reconciliación social.