11.08.2025 / EL 57% NO LOGRÓ ACCEDER A LA CANASTA BÁSICA FAMILIAR

Pese a la baja inflacionaria, más de la mitad de las familias cordobesas retrasa la merienda para no acostarse con hambre

Datos oficiales evidenciaron que la mayoría de las familias cordobesas no logra cubrir la canasta básica y modifica sus hábitos alimentarios, retrasando la merienda para evitar irse a dormir con hambre. El consumo cae y las personas emplean distintas técnicas para comprar alimentos mientras se endeudan.





Un relevamiento del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse) reveló que un 57,8% de familias de Córdoba no logró cubrir la Canasta Básica Alimentaria, actualmente de $794.384 para un núcleo de cuatro integrantes, dato que fue ratificado desde el Centro de Almaceneros de Córdoba, quienes aseguraron que la población “merienda más tarde para suplir la cena”, la cual, se compondría únicamente de “pan e infusiones”.

“La cena desapareció de muchas mesas”, afirmó la gerenta de la institución cordobesa, Vanesa Ruiz, al medio Perfil. Pese a que la inflación en julio arrojó la cifra más baja desde el 2020 (1,5%), el gremio almacenero observó que las ventas cayeron gravemente, en sintonía con la revisión de los primeros siete meses del 2025 que evidenciaron una caída del 19% interanual de las ventas en comercios como almacenes, carnicerías y verdulerías; y con la disminución del 7,2% en el rubro alimentos y bebidas, según la información extendida por la Federación Comercial de Córdoba.

El estudio también revela que apenas el 27,5% de las familias accedió a los alimentos básicos con recursos propios, mientras que la mayoría, un 72,5%, dependió de ayudas estatales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) o la Tarjeta Alimentar para completar su canasta. El dato, muestra el alto nivel de dependencia de los programas sociales para cubrir necesidades básicas en la región.



Este panorama se agrava al observar que solo un 42,2% de los hogares pudo acceder plenamente a la Canasta Básica Alimentaria durante julio, mientras que el 57,8% restante quedó excluido de ese derecho mínimo, reafirmando las dificultades para alcanzar una alimentación adecuada en el contexto económico actual.



En materia de hábitos, la mitad de las familias encuestadas debió suspender al menos una comida diaria y un tercio manifestó haber sentido hambre sin poder alimentarse. La deuda es moneda corriente: “Nueve de cada diez familias financian alimentos, un 43% lo hace al fiado, un 38% con tarjeta de crédito y 8% con dinero prestado”, señaló Germán Romero, titular del Centro de comerciantes citado. 

A la merma en la cantidad de alimentos consumidos se suma la degradación en la calidad nutricional. El consumo de leche fluida bajó un 22%, leche en polvo 33% y productos lácteos como quesos y yogures entre 45% y 50%. La carne vacuna retrocedió entre 42% y 45%. Además, la ingesta de frutas y verduras prácticamente se interrumpió en la dieta diaria de muchas familias.

Los gráficos denotan que, al márgen de la calma inflacionaria de julio, el panorama se vuelve más delicado. Tras la devaluación del peso, se registraron aumentos del 3% al 10% en productos básicos y de higiene, presionando aún más el ya deteriorado poder de compra. Los almaceneros no comprenden “a costa de qué o de quiénes” se mantiene esa inflación baja, ya que el costo, siguiendo los datos oficiales, están pagándolo los sectores más vulnerables.