Desde comienzos de mes, la inestabilidad cambiaria se trasladó a surtidores con subas de entre 4% y 5% no anunciadas al público, mientras los alimentos aceleran. De acuerdo con Analytica, el rubro registra un alza del 0,2%, con picos en verduras (6,1%) y frutas (5,1%); en consumo masivo se observan incrementos más moderados en lácteos (0,5%) y café, té, yerba y cacao (0,8%). A esto se suma la presión de los servicios, con la medicina prepaga que ajusta entre 1,6% y 1,99%.
En una nota detallada de DataClave se dice que el antecedente inmediato también enciende alertas: los precios mayoristas de agosto subieron 3,1% y acumulan 15,7% en lo que va del año, por encima del 1,9% de la inflación minorista del mismo mes. El movimiento en mayoristas anticipa tensiones hacia adelante, sobre todo cuando la cadena de costos incorpora dólar y combustibles.
En paralelo, el proyecto de Presupuesto 2026 proyecta una inflación anual de 24,5% para este año, pero un informe del Banco Provincia advierte que el Gobierno nacional enfrenta serias dificultades para cumplir su propia hoja de ruta. Para que los números cierren, los precios deberían moverse por debajo del 1% mensual: un supuesto cada vez más débil a la luz del ajuste monetario y la volatilidad cambiaria.
En la provincia de Buenos Aires y el Conurbano, donde el bolsillo pega primero, la suba de la canasta básica y los medicamentos golpea a asalariados, jubilados y pymes. Con un consumo que no repunta y tarifas e insumos recalentados por la devaluación, el escenario se parece menos a una desaceleración sostenible y más a un nuevo rebote inflacionario que complica la vida cotidiana y el horizonte productivo.