El mercado cambiario transitó otra jornada de tensión: con la plaza en modo electoral, el mayorista avanzó con fuerza y se ubicó “en torno a los $1.400”, en línea con la foto que mostró a los financieros por encima de ese nivel. La demanda por cobertura se sostuvo aun cuando desde Washington se habló de respaldo y, del lado oficial, se intentó moderar la volatilidad sin señales concretas de alivio para la economía real.
En renta fija y variable, el humor se deterioró. Los bonos soberanos en dólares se dieron vuelta y anotaron mayoría de bajas, con caídas de hasta 3,6%, mientras el S&P Merval medido en dólares operó casi sin cambios y los ADRs mostraron descensos en Wall Street. El movimiento respondió a un diagnóstico conocido: con elecciones a la vuelta de la esquina, los grandes jugadores priorizaron posiciones defensivas antes que apostar por la producción y el empleo.
La expectativa por un salvataje externo tampoco calmó los ánimos. Aunque el Tesoro norteamericano confirmó intervenciones recientes y dejó trascender que el apoyo “podría alcanzar los u$s40.000 millones”, los flujos no se vieron en la rueda y el contado mayorista siguió firmemente demandado. En paralelo, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, había adelantado “un paquete de financiamiento extra por u$s20.000 millones” desde el sector privado, anuncio que, lejos de despejar dudas, alimentó la lectura de un esquema de dependencia financiera.