El dólar mayorista cerró en $1.424,5 y quedó pegado al “techo intra banda” de $1.425 que la city bautizó como “la banda de la banda”. En ese nivel, operadores detectaron una orden cercana a u$s200 millones que contuvo la corrida y marcó el paso de la rueda. La presión cambiaria escaló durante toda la semana y el oficial trepó casi $100, reflejo de la fragilidad que el ajuste y la recesión alimentan en la economía real.
En las mesas hablaron de posturas de venta presuntamente oficiales por un total cercano a u$s300 millones, de las cuales se operó una porción significativa. El mensaje fue claro: el Tesoro sale a vender cuando el tipo de cambio toca $1.425, pese a que el techo formal de la banda se ubica en $1.482,2. El mercado reaccionó con volatilidad, pero tomó nota de la señal política detrás de la intervención.
Mientras tanto, el ministro prepara una reunión clave en Washington con el secretario del Tesoro estadounidense. La comitiva busca acelerar un entendimiento que aporte dólares frescos o algún esquema de swap que alivie la escasez de reservas. El dato no es menor: las necesidades de caja apremian y la dependencia de la venia de EEUU vuelve a ordenar —y condicionar— el tablero financiero local.
Para la oposición y la city más concentrada, el ancla cambiaria luce suficiente. Para el bolsillo popular y la producción, la película es otra: cada salto del oficial recorre precios, golpea salarios y encarece insumos, mientras la intervención con dólares fiscales habilita un veranito frágil. Sin un giro de rumbo que active la economía y defienda el ingreso, el “techo intra banda” funciona como respirador, no como salida.