Al conocer la noticia judicial, Machado admitió que “la esperaba” y asumió que no tenía margen para evitarla. “El tratado de extradición que tiene Argentina con Estados Unidos no te da muchas chances de defenderte en tu país”, sentenció, en un cuadro que expuso el sesgo punitivo de una justicia que, bajo el clima de la derecha gobernante, apuró el trámite para complacer a Washington.
En su descargo, de acuerdo a Noticias Argentinas, el empresario insistió en que las acusaciones por narcotráfico no se sostenían y cargó contra el aparato mediático-judicial. “Yo no tengo ni Facebook, imaginate pelearte con cada estúpido que habla, con cada noticia falsa que se da”, afirmó. Y diferenció su caso: “Mi tema fue un tema de plata, no un tema de drogas. Los narcos están donde están y yo creo que el poder sabe, hasta los mismos gringos saben”. Con ironía, también cuestionó el rol estatal en el control aéreo: “¿Que a los aviones narco no los veían?”.
El pasaje político de la entrevista dejó una definición que golpeó al oficialismo liberal. Consultado por su relación con José Luis Espert, recordó que lo había apoyado en 2019 y lanzó una frase en clave: “Le diría hoy: ‘Flaco, buenas, te tendrías que haber asesorado mejor y segundo, no negar cosas que iban a ser evidentes’... Entre gitanos no nos miremos las cartas”. Luego marcó una ruptura entre aquel entonces y el presente: “El Espert del 25 se convirtió en lo que combate”.
En el plano íntimo, Machado describió el desgaste personal de estos meses. Dijo que se arrepintió “totalmente” de haber ido a Guatemala, un lugar que lo “deshumanizó mucho”, y que la soledad le pegó fuerte: familia y amigos no quedaron a su lado, mientras intenta que su hijo “siga su vida normal”. Su consejo final fue un ruego y una advertencia: “Que no confíe en las personas. Que no se meta en problemas. Que es una buena persona. Que tenga empatía con los necesitados. Que lea la Biblia”. Y a la audiencia, en tiempos de operaciones y posverdad, dejó un cierre seco: “Que no se crean lo que leen”.