El Partido Demócrata de Estados Unidos encendió las redes al subir un video de Javier Milei bailando. La pieza apareció en su cuenta oficial de tiktok, verificada, y se volvió viral en cuestión de minutos. El texto que acompañó la publicación dejó clara la intención política: “Argentina después de quedarse con nuestras ventas de soja y carne mientras también reciben US$40.000 millones de Trump”.
La ironía apuntó directo al paquete de concesiones que Milei negoció con Donald Trump: por un lado, la apertura para la carne argentina en el mercado norteamericano; por otro, el swap crediticio por decenas de miles de millones de dólares. La escena del Presidente bailando operó como metáfora de celebración desmedida frente a un acuerdo que benefició a los grandes exportadores y ató aún más la dependencia financiera.
Desde la vereda demócrata, el video funcionó como pieza de campaña doméstica: cuestionó que la Casa Blanca republicana entregara ventajas comerciales y financieras a un aliado ideológico en el sur, aun a costa de productores estadounidenses. En la Argentina real, mientras tanto, la “fiesta” oficial se pagó con más primarización y menos valor agregado: Milei bailó, pero la economía popular no.