13.10.2015 / Análisis sobre el escenario geopolítico

¿Cómo afectará la desaceleración económica en la integración regional?

El FMI y la CEPAL pronostican una contracción del 0,3%, lo que provocará un estado de incertidumbre.

por Lenin Miranda Maldonado




El reciente informe del FMI (Fondo Monetario Internacional) confirma el final de uno de los ciclos más prósperos en términos de crecimiento económico en América Latina. Los altos precios de las materias primas que se registraron a lo largo de la primera década del presente siglo se han visto afectados, entre otros factores, por el reciente frenazo en la economía China. Según el FMI la región se contraerá en un 0.3% para finales de este año, lo cual coincide con los pronósticos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) e instala un estado de incertidumbre y nerviosismo general.

Este desalentador escenario nos abre una serie de interrogantes en cuanto al camino que tomará la región en términos de integración, proceso que venía fortaleciéndose desde principios de la década pasada con proyectos como el de UNASUR, ALBA, MERCOSUR y CELAC. ¿De qué forma ésta desaceleración económica que vive la región generará escenarios de inestabilidad política y condicionará las agendas de los países desatendiendo los proyectos de integración? , ¿Hasta qué punto el frenazo en la economía brasilera debilitará su liderazgo en la región y fracturará el multilateralismo regional impulsado en la administración de Lula da Silva?, ¿De qué manera afectará ésta "sobre oferta" de proyectos de integración, particularmente la Alianza del Pacífico, en la cohesión regional en el marco de esta crisis global? Independientemente de la bandera ideológica, los pronósticos desalentadores respecto al crecimiento de la economía mundial condicionarán las agendas de los gobiernos de la región.

En cuanto a la primera interrogante, se puede percibir posibles escenarios de inestabilidad política en los distintos países de la región. Como bien mencionó Adrian Bonilla, actual Secretario General de FLACSO, "los gobiernos enfrentan expectativas crecientes de la población, sobretodo de aquella que salió de la pobreza en la década pasada. Esas expectativas no cumplidas, sumado a la ausencia de recursos, generan escenarios de inestabilidad política". Esta situación de inconformismo general afectará directamente las prioridades y agendas políticas de los Estados, que hasta hace algunos años apuntaban a la integración como el único instrumento posible para afrontar las amenazas del sistema global e insertarse de manera protegida en la economía internacional. La legitimidad política que encuentren los gobiernos en la sociedad civil se convierte en un factor clave para pensar la integración. La ausencia de condiciones viables a nivel interno convierte al regionalismo en un proceso mucho más lento y  complicado.

Por otro lado, la caída de la economía brasileña condiciona no solo los procesos de integración que se venían generando, sino que podría llevar a otros países, como la Argentina, a estados de crisis e incertidumbre debido los altos índices de dependencia comercial que los unen. Lamentablemente, el liderazgo de Brasil ha sido fundamental en la construcción de proyectos de integración efectivos. La fortaleza que ha alcanzado UNASUR (proyecto liderado principalmente por Brasil), sobretodo en la solución de varias crisis políticas como el conflicto de Angostura, el golpe de Estado en Bolivia en el 2008, entre otros, es un ejemplo claro del papel que juega dicho país en la región. Es claramente perceptible que la política exterior brasileña ha reducido su dinamismo si se la compara con la administración de Lula da Silva. De algún modo, las condiciones económicas adversas (generadas por la disminución de la demanda de varios de sus productos) y las consecuentes movilizaciones populares, han situado la atención del gobierno en lo doméstico por sobre lo regional. Si partimos del hecho que todo proyecto de integración necesita de un país hegemón que corra con los costos del proceso, podemos prever que la crisis brasileña golpeará las iniciativas de integración que se han venido generando. A esto se suma que Brasil encuentra nuevos intereses en el escenario internacional lejos de lo sudamericano; apostar por el Banco de los BRICS y no por el Banco del Sur es un ejemplo claro de su nueva agenda.

Finalmente, el acuerdo comercial del Pacífico, que involucra a varios países de la región; Perú, Chile, Colombia y México, implica un cambio radical en términos de geopolítica y, fractura la cohesión de la región hacia lo sudamericano. Esta iniciativa implica un contrapeso claro a otros proyectos como el MERCOSUR y la CAN, que han intentado dinamizar el escaso comercio interno en la región. Además, marca de manera clara una distancia entre países con economías abiertas versus economías protegidas y conecta económica y, por lo tanto, políticamente a dichos países con los grandes circuitos comerciales y sus intereses.