
Sin dudas que la asunción de
Sergio Tomás Massa en el Ministerio de Economía, Producción y Agricultura viene con diversos y grandes desafíos económicos, pero
evidentemente uno que debe resolver para mejorar la situación de las personas en su vida cotidiana y dar aire electoral al Frente de Todos en 2023 es la inflación.
En ese marco, la disparada del dólar blue - que ya se cayó pero no los precios - y el endurecimiento de las restricciones de acceso a divisas para importar insumos - que luego se ablandó - son las causas para que
las consultoras anticipen que el IPC de julio estará por encima del 7%, configurando el número más alto del año.
En tanto, las previsiones para el cierre de todo el 2022 ya superan el 80% anual y siguen conteniendo riesgos al alza. Antes de la renuncia intempestiva de
Martín Guzmán, había una desaceleración lenta pero sostenida, que se quebró cuando el 5,3% de junio superó el 5,1% de mayo.
Luego vino, en julio, la disparada del dólar paralelo y las remarcaciones especulativas de las empresas de la mano de la incertidumbre por los costos de reposición, que ahora quedaron atrás porque el alza duró poco.
Por ejemplo,
el relevamiento de la consultora LCG sostiene que la inflación de alimentos en la cuarta semana de julio marcó un alza del 1,1% respecto a la anterior, lo que configura una desaceleración en 1,05 pp respecto a la semana previa.
“No obstante, se trata del primer mes que conjuga subas semanales por encima del 1% en las 4 semanas. Con esta dinámica, alimentos y bebidas acumularon un aumento del 7,4% punta a punta en el mes de julio (+6,3% promedio), comparable al observado en el mes de marzo”, señalan.
A su vez, LCG destacó que el porcentaje de productos con aumentos dentro de la canasta disminuyó al 24% luego de tres semanas consecutivas de mantenerse por encima del 30%. Así, “la inercia desacelera en el margen: todos los productos de la canasta registran un aumento por mes”.
Por su parte,
el relevamiento de los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) que realiza mensualmente el Índice Barrial de Precios en 900 comercios de cercanía ubicados en 20 distritos del conurbano bonaerense por el ISEPCi arroja que durante julio los precios de la comida y bebidas subieron un 11%, con un 58% acumulado en lo que va del año.
Una familia promedio integrada por cuatro personas que en junio necesitaba $45.404 para comprar alimentos indispensables y no caer en la indigencia, en julio requería $ 50.411 o un 11,03% más para adquirir los mismos productos.
En tanto, una familia similar necesitó en julio $112.922 o 11% más que en junio para cubrir su Canasta Básica Total (CBT), con más productos y servicios que solo los alimentos indispensables, como salud, transporte, educación, mantenimiento del hogar, tarifas, combustibles, ropa y demás, necesarios para ser pobres.
Dentro de los indispensables alimentos, las frutas y verduras siguen siendo lo que más aumento, con un 17,47% en julio y 74,57% desde principios de año. Luego aparecen los productos de almacén, que durante esos períodos subieron 14,53% y 64,53%. En tercer orden, las carnes se incrementaron 3,81% este mes y 43,81% desde enero.