30.08.2018 / Opinión

La estrategia del PT: ¿Un Cámpora para Lula?

En un escenario empantanado el Partido de los Trabajadores trazó una estrategia electoral arriesgada.

por María Constanza Costa




Aunque todos los pronósticos indican que la justicia electoral finalmente no lo dejará participar en los comicios, estas elecciones giran alrededor de Lula. El pasado 15 de agosto, antes que venciera el plazo de las presentaciones, el PT inscribió la candidatura del exmandatario para presidente, acompañado por su exministro de Educación y exalcalde de San Pablo, Fernando Haddad, para el cargo de vice. Con Lula liderando todas las encuestas, el PT selló una alianza con otros partidos de izquierda como el Partido de la Causa Obrera (PCO) y el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), que decidió retirar la candidatura de Manuela D´ávila para acompañar a Lula. El apoyo del PCdoB incluye la postulación de D´ávila como vicepresidenta: si la justicia habilita lo será de Lula y Haddad declinará su postulación. Si, finalmente, el expresidente queda inhabilitado será quien acompañe al exalcalde de Sao Paulo en la fórmula.

Es difícil suponer que quienes orquestaron un golpe de estado contra la presidenta Dilma Rousseff y encarcelaron a Lula Da Silva, vayan a dejar que la carrera de Lula hacia una tercera presidencia avance. Y el PT lo sabe. Es por eso que la inscripción del expresidente pone en marcha una estrategia para tratar de realizar una “transferencia” de votos desde la figura y la popularidad de Lula hacia Fernando Haddad. Pero los riesgos de que esta jugada no logré cumplir con su principal objetivo son altos. Lula lidera las encuestas con hasta un 39%, la intención de voto de Haddad es más difusa. Este profesor universitario, podría llegar a interpelar a un sector del electorado de clase media que, si bien se “desencantó” con Lula y su giro “populista”, se horroriza frente a la posibilidad de que un exmilitar y defensor de la última dictadura, como Jair Bolsonaro, pueda llegar al gobierno.

¿Haddad al gobierno Lula al poder?

En 2010, el entonces presidente logró imponer a Dilma como su sucesora, primero dentro del partido y luego, a fuerza de recorrer el país, entre sus votantes. Pero ahora la realidad es muy distinta: Lula está preso, la campaña electoral dura solo algunas semanas- las elecciones se celebran el 7 de octubre-los tiempos de la “transferencia” de votos y la fidelización del electorado son cortos.

La celeridad -o no- de la justicia para decidir la suerte de Lula, es un factor clave a la hora de inclinar la balanza en contra o a favor del PT. El 1 de septiembre se comienza a emitir la propaganda electoral en radio y TV, un espacio cedido por ley a los partidos y sus candidatos. El 17 de septiembre es la fecha límite para impugnar la candidatura definitivamente, ya que una vez vencido el plazo, los nombres de los candidatos se registran en la urna electrónica y ya no pueden ser modificados. Lula preso crece día a día en las encuestas, la visibilidad que daría estar en todas las radios y televisiones del país, emitiendo mensajes desde la cárcel acompañado de su vice impulsaría aún más la figura de Haddad. Pero especular con los tiempos implica un riesgo si se tiene en cuenta que los jueces ya han demostrado que pueden actuar de manera “express” en contra de Lula.

La derecha también se encuentra en un laberinto. La elección de Donald Trump dejó como enseñanza que no hay que subestimar los “encantos” de los “outsiders”. Jair Bolsonaro, ha logrado con su discurso xenófobo, homofóbico y fascista captar la intención de un sector del electorado. Su principal propuesta de gobierno se basa en fomentar la portación de armas entre la población de Brasil, como una manera de combatir la inseguridad. Bolsonaro es un problema para la propia derecha brasileña, por eso, los grupos de poder (sectores concentrado de la economía, medios de comunicación, la propia élite política) apuestan por un político tradicional como Gerardo Alckmin, exgobernador de San Pablo, referente del PSdB, el partido de Aécio Neves y Fernando Henrique Cardoso.

Un posible escenario es que sin Lula en la contienda la polarización con esta suerte de “Trump del Cono Sur” se desinfle y la intención de voto con la que cuenta el exmilitar migren hacia Alckmin. El PsdB llegaría al segundo turno para enfrentar al PT, siempre y cuando Haddad logre conservar los votos de Lula frente a Marina Silva y Ciro Gomes, dos referentes de centroizquierda que buscan disputar el voto del electorado “Lulista”, concentrado en el nordeste del país.

Está claro que más de 12 años de gobierno petista, no pudieron socavar los cimientos de la “vieja política”. Pero algo se debe haber transformado si se tiene en cuenta que Lula es quien lidera las encuestas, y la expresidenta, Dilma Rousseff, encabeza los sondeos en Minas Gerais, donde se presenta como candidata al Senado. Los resultados de las elecciones de octubre no sólo marcarán el futuro del gigante suramericano sino de toda la región.