04.02.2019 / OPINIÓN

Venezuela: ¿Después del apoyo internacional qué?

Cómo buscará legitimar su posición Juan Guaidó, tras proclamarse “presidente encargado” de Venezuela, una figura que no está contemplada en ningún artículo de la Constitución bolivariana.

por María Constanza Costa



Desde que Juan Guaidó se proclamó “presidente encargado” de Venezuela, una figura que no está contemplada en ningún artículo de la Constitución bolivariana, los movimientos de Estados Unidos, y de la misma oposición venezolana, fueron desnudándose como un guion diseñado de antemano, en el cual los países de la región han jugado un papel que acompaña el compás de una estrategia que -a todas luces- deja en evidencia la injerencia internacional. Más que el rol asignado a la comunidad internacional como mediadora y garante de una salida pacífica al conflicto. La mayoría de los países del grupo de Lima, del que participan Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, se inclinaron por seguir los designios de la administración del magnate Donald Trump.

La Unión Europea (UE), México y Uruguay fueron quienes, en un primer momento, plantearon una salida negociada del conflicto. Mientras los dos últimos se mantienen hasta hoy firmes en su posición, la UE puso un plazo límite para que el gobierno venezolano convoque a elecciones, caso contrario reconocerán a Guaidó como presidente interino.

Pero en el bloque europeo también hay diferencias. La jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, anunció que la UE se tomará 90 días para tratar de buscar una solución negociada junto con los países latinoamericanos mediante la coordinación de un “grupo de contacto” que busca un nuevo llamado a elecciones.

La reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se llevó a cabo el sábado 26 de enero, ya había revelado las diferencias dentro de la comunidad internacional. En la sesión participaron los 15 miembros permanentes y no permanentes, a los cuales se sumaron 15 estados que solicitaron formar parte del debate. Estados Unidos sufrió una derrota, su intento por sembrar un terreno fértil para la aplicación de la “doctrina de la responsabilidad de proteger” - la misma que se usó en Libia en 2011- y habilitar de esta manera la presencia de militares estadounidenses en territorio venezolano, con el argumento de llevar adelante “tareas humanitarias” frente a la grave situación social que vive el país, no prosperó.

Las exposiciones en el Consejo, donde Rusia llevó la voz cantante en defensa del gobierno, fueron una demostración más de que Nicolas Maduro logró colocar a Venezuela en el centro de una disputa geopolítica, al lograr acuerdos comerciales con China, Turquía y Rusia, aunque la reacción de estos países no quede muy clara más allá de la retórica.

Los pedidos de “acción inmediata” en pos del supuesto caos humanitario que se vive en Venezuela fue acompañado de sanciones económicas, que poco pueden ayudar a remediar esa situación. Estados Unidos jugó una carta que anteriormente no había utilizado: el estrangulamiento financiero. Por medio de una orden ejecutiva (decreto presidencial) congeló cuentas y activos en el extranjero, incluidos el Banco Central de Venezuela y PDVSA.

Guaidó sigue apostando a los apoyos generados internacionalmente, ya que no cuenta con resortes de poder que le permita generar acciones de impacto en el propio territorio. A pesar de los esfuerzos realizados no logró fracturar a las fuerzas armadas que se mantienen leales a Maduro. Ni tampoco pudo convocar grandes niveles de movilización necesarios para poner en “jaque” al gobierno.

La estrategia trazada por la oposición puede ser considerada como eficaz ya que logró posicionarse en el centro de la escena nuevamente, y recuperar el protagonismo que había perdido, luego de las derrotas electorales que se tradujeron en una pérdida de iniciativa política. Al elegir el abstencionismo como opción política (basado en las acusaciones de falta de garantías y transparencia en los comicios) y la desintegración que eso provocó en sus filas, la oposición quedó atada a su estrategia internacional. Lo que no queda claro, es si para sostener la iniciativa política apelará a los enfrentamientos callejeros y la provocación, como ya lo ha hecho en el pasado. No pareciera ser una opción muy inteligente, ya que está comprobado que la violencia como salida logró muchas veces amenazar al gobierno, pero no alcanza para sacarlo del poder.

La historia ha dado ya demasiados ejemplos como para saber que las intervenciones comandadas por Estados Unidos jamás han traído buenos resultados. La salida sigue siendo retomar la mesa del diálogo con los sectores moderados de la oposición y buscar una solución pacifica al conflicto.