30.07.2019 / Opinión

La pesadilla del funcionario

Antes de las PASO, el Gobierno apuesta todo a dos fichas: el dólar estable y una estimulación del consumo. ¿Le alcanzará?

por Estefanía Pozzo




El comedor queda en el último piso de la Casa Rosada. Al café hay que pedirlo en una ventana pequeña que da al pasillo y es gratis. Son los últimos días de marzo y el dólar acumula una suba de 12%. El Gobierno dirá después que ese mes fue un “desvío” en el leve ‘despertar’ de la economía debido al “incremento transitorio en la volatilidad financiera”. La reunión dura una hora como mucho. El funcionario dice que no entiende por qué no está claro el modelo económico: todo pasa por conseguir el equilibrio fiscal. También asegura que el problema por esos días no es el valor del dólar ni la suba de la cotización sino el temor que genera el aumento nominal de la divisa. Tecnicismos.

Marzo es un parte aguas. El dato de inflación de 4,7% se conocerá recién en abril y días después de que el Indec lo difunda también comenzará a circular una encuesta de Isonomía que dará ganadora a Cristina Fernández en la segunda vuelta. Son los peores días del gobierno. En esos momentos aciagos, Mauricio Macri y su equipo ceden ante una máxima de la política argentina: en años electorales los ajustes son caros para los Ejecutivos.

El primer ingrediente del Combo pre PASO hace su debut con un anuncio del Banco Central y también con los pulgares en alto del Fondo Monetario Internacional, el garante del Gobierno. A mediados de abril anuncian que se deja atrás la política monetaria y cambiaria que había debutado junto con Guido Sandleris en octubre de 2018: de ahí en adelante el dólar no tendría un techo. El Central se reserva el poder de fuego para actuar en el mercado de cambios si considera que el valor de la divisa le incomoda. ¿Cuál es ese valor? Ellos no lo dirán, pero se sabe que es cualquiera que ponga en riesgo sus chances electorales.

Una encuesta de la Universidad de San Andrés revela un dato interesante: después de un derrumbe durante cinco meses consecutivos y tocar un piso en mayo, el “nivel de satisfacción de cómo marchan las cosas en el país” (así es la pregunta) registra un fuerte repunte entre junio y julio. Si tuviésemos que ponerle un título sería: “Planchás el tipo de cambio y….”



Sin embargo, la tranquilidad no es para siempre. En la segunda mitad de julio el valor del dólar comienza a recalentarse de nuevo. Y entonces viene la segunda medida para mantenerlo a raya: vender contratos de dólar futuro (sí, el mismo motivo por el cual el oficialismo había denunciado al kirchnerismo).



La apuesta es la siguiente: el dólar no se puede mover de ninguna manera en las semanas previas a las elecciones. Cualquier movimiento, será culpa de las elecciones (maldita democracia, Batman), de los mercados o de la oposición. Nunca del modelo económico ni de las desregulaciones financieras.

El segundo ingrediente del combo pre PASO es el consumo. La constante caída del poder adquisitivo también presiona el humor del electorado. En marzo, la imagen negativa de Macri toca los máximos de su gestión y se ubica por encima del 63% según la consultora Gustavo Córdoba & Asociados.

Rápido, el Gobierno anuncia una batería de decisiones destinadas a estimular la demanda: créditos Anses, un programa especial de Precios Esenciales como referencia por seis meses, el Plan 0km destinado a la compra de autos (que incluye importados, fundamentales en la canasta básica #not), y también la estimulación de la compra de bienes con el plan de financiamiento Ahora 12.

El Gobierno apuesta todo su arsenal económico al resultado de las PASO. ¿Qué pasará después del 11 de agosto? Hoy, a menos de dos semanas de esa fecha, esa pregunta es largo plazo.

Tiempo después de ese primer café, el dólar trepó un día hasta $ 47,50. El funcionario salía corriendo de la Casa Rosada.

- ¡Hola! Qué días y semanas tienen, le dije.
- Sí. No me digas. Anoche me desperté varias veces porque soñaba que el dólar no paraba de subir.