02.12.2025 / ECONOMÍA

Paolo Rocca sorprendió y ahora pide una política industrial activa

En plena ola de cierres fabriles y caída del consumo, el titular de Techint cuestionó el modelo aperturista y llamó a pensar el desarrollo productivo a largo plazo.






En un país golpeado por el cierre de plantas, despidos masivos y una apertura importadora que arrasa con la industria nacional, Paolo Rocca sacudió el escenario empresarial. El líder de Techint afirmó que la Argentina necesita “volver a pensar en términos de política industrial” y reclamó un Estado activo que acompañe desarrollos sectoriales y metas de largo plazo. “Estamos en un nuevo ciclo. De intervento activo en una dinámica inestable. (…) No somos un país que nos tenemos que incorporar al contexto internacional solo por nuestros recursos naturales. Tenemos que tener una política industrial”, sostuvo.

Las palabras de Rocca contrastaron de lleno con la impronta del gobierno de Javier Milei, que insiste en un esquema de apertura irrestricta y desregulación a ultranza. Sus declaraciones llegaron luego de una semana marcada por nuevos golpes al aparato productivo: Whirlpool confirmó el cierre de su planta modelo en Pilar —inaugurada a fines de 2022 con 460 empleos directos—, la santafesina Essen avanzó con despidos que ya alcanzan al 40% del personal y Cramaco anunció que dejará de fabricar para dedicarse a importar generadores y alternadores eléctricos. Todas apuntaron a las mismas causas: caída del consumo y competencia externa sin control.

La seguidilla golpeó a empresas grandes, medianas y pymes por igual. Color Living despidió a toda su planta; Granja Tres Arroyos cerró su complejo en Entre Ríos; TN Platex bajó la persiana en Corrientes. La autopartista Corven desvinculó a cien trabajadores, el Grupo Dass a otros 160 y La Suipachense se declaró en quiebra. A eso se sumaron el cierre de locales de Frávega, el final de la planta de Kimberly-Clark en Pilar y el ajuste de su marca hermana, que ya importa el 100% de lo que vende. La histórica Dánica abandonó su fábrica de Llavallol —abierta desde 1939— y la cerámica Ilva dejó en la calle a 300 empleados.

El derrumbe industrial también salpicó a firmas emblemáticas como Acindar, Longvie, Petroquímica Río Tercero, Ledesma, Mastellone, General Motors, Sancor, Los Grobo, Georgalos y Ferrum. Para los trabajadores afectados, detrás de cada comunicado de cierre hay historias de vida truncadas y comunidades enteras que se quedan sin sustento. Para Rocca, el panorama exige un replanteo urgente: sin un rumbo productivo claro, la destrucción del entramado industrial se acelera y la economía se vuelve cada vez más dependiente de los vaivenes externos.

En este contexto, el llamado del presidente de Techint adquirió un peso político inusual. Mientras Milei redobla su apuesta aperturista y celebra la importación como motor disciplinador de precios, Rocca advirtió sobre los riesgos de “contrastar con Estados Unidos” en un mundo en tensión y pidió mirar a largo plazo. Su reclamo, más cercano al pragmatismo industrialista republicano que al dogma libertario, reabrió el debate sobre un modelo de desarrollo que proteja el trabajo argentino y reconstruya la capacidad productiva de un país que, sin industria, se queda sin futuro.